'Vamos a despedir a Édgar como se merece'

El sepelio del mexicano, ejecutado la semana pasada en Texas, se realizará este domingo por la tarde tras recibir honores en un ruedo de toros.

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Los amigos de Tamayo se dijeron consternados por su muerte. (Milenio)
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Agencias
MIACATLÁN, Guerrero.- Los familiares de Édgar Tamayo no están listos para dejarlo ir. Tras 28 años de ausencia, continúan alargando la despedida final del mexicano ejecutado en Estados Unidos por el asesinato de un policía. 

Será a las cuatro de la tarde cuando inicie el último adiós del morelense que volvió a Miacatlán, pero sin vida.

“Vamos a despedir al hombre que murió asesinado por el gobierno de Texas, lo vamos a despedir como se debe”, aseguró El Rana, amigo de la infancia de Tamayo.

Y es que minutos antes de las cuatro de la tarde, el cortejo fúnebre saldrá con dirección a la parroquia donde oficiará la misa el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, a la que se prevé la llegada del gobernador de Morelos, Graco Ramírez.

Al concluir, los restos serán trasladados al corral de toros, el ruedo, donde en su juventud Tamayo fue una estrella. Aquí sus amigos le rendirán honores y mostrarán que a pesar de la muerte su recuerdo siempre estará vigente.

Finalmente la familia lo llevará al Panteón Municipal de Dolores, donde será sepultado.

“Me siento un poco triste por mi amigo, nos conocimos en los toros, siento feo, porque anduvimos mucho tiempo de chamaquillos ahí y lo perdí de vista, se fue para el norte, dejamos de vernos... Luego lo volví a encontrar, dejé de mirarlo y lo que pasó, está triste”, lamentó El Rana Mientras, en la calle Cuauhtémoc de Miacatlán transcurren las horas entre cantos y rezos, comida y lamentos.

Resignación

Una bandera de México enmarca el funeral. La entrada del número 28 de la calle Cuauhtémoc de este municipio luce un pequeño moño negro y decenas de arreglos y coronas de ”florescon dedicatoria al difunto, que la mayoría no volvió a ver con vida.

La calle está resguardada por  elementos de la policía municipal y permanece ocupada por quienes llegan a dar el pésame. Dentro únicamente están los familiares más cercanos, en la intimidad, intentando resignarse de la pérdida.

Por ratos contratan músicos y bandas de viento para que toquen las canciones que Édgar pidió antes de su muerte. Para los que se quedan por horas reparten comida, refresco y agua de jamaica. La temperatura roza los 30 grados. Aún así, casi nadie se retira.

“Hace muchos años, cuando yo tuve el gusto de conocerlo y llegué al estado de Morelos, fue el primer hombre que me brindó su casa aquí, en Miacatlán, y me siento con un elogio dentro de mi ser que no lo dejo decaer; estoy con la familia, me encuentro consternado por lo mismo, es un poco triste, es una cosa inesperada, pero no se pudo  hacer nada; que Dios lo tenga en su santa gloria”, mencionó Arturo Hernández, otro amigo de Tamayo.

Dolor en intimidad

La familia del morelense permanece en calma; se ocupa de servir a los visitantes y de estar pendientes de los padres de Édgar. Ya no quieren entrevistas, quieren vivir su dolor en la intimidad y no expresar el rencor que provocó una inyección letal.

“Ya están todos más tranquilos; su mamá es la que lo resiente más, siempre como madres se debilitan un poco más; el papá está más fuerte, ya asimilando lo que ha estado pasando”, dijo un tío de la víctima.

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