Encapuchados se sentían dueños del pueblo: sacerdote de Chilapa

Los comercios cerraron, las clases se suspendieron y el miedo se apoderó de los habitantes del municipio tras el ingreso de hombres armados.

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Militares y policías estatales recorren las calles de Chilapa, Guerrero. (twitter/@emeequis)
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Jesús Badillo/Milenio
MÉXICO, D.F.- Hacía unas horas que Valentina había regresado a Chilapa de una comunidad cercana, visitó a unos amigos e iba caminando cuando vio a personas armadas bajar de una camioneta, irrumpieron en una casa y se llevaron a un hombre.

Era el sábado 9 de mayo, cuando unos 300 hombres encapuchados y armados ingresaron a Chilapa, desarmaron a la policía municipal y se apoderaron de los accesos a la alcaldía. Dijeron ser policías comunitarios.

Valentina dice que "la ciudad estaba ardiendo. Todo mundo estaba oculto, escondido, con miedo, (mientras) los hombres armados se apoderaban de la ciudad".

La joven de Chilapa, quien pidió por teléfono no dar su verdadero nombre, dice que la gente en ese municipio tiene miedo. No cualquiera acepta hablar sobre el comando que entró a la ciudad, mucho menos de los desaparecidos después de que se fueron los hombres armados.

La Fiscalía de Guerrero tiene 15 denuncias, 11 por secuestro y cuatro por desaparición de jóvenes. Sin embargo, el representante de los familiares de desaparecidos, José Díaz, afirma que son al menos 30 y algunos familiares tienen miedo de presentar las denuncias por temor a represalias.

El sacerdote Javier Casarrubias, rector de la catedral de Chilapa, narra por teléfono para Milenio que los encapuchados que dijeron ser comunitarios catearon varias casas, tomaron el palacio municipal y amedrentaron a los policías. El Día de las Madres 'levantaron' a varios jóvenes, se suspendieron las clases. "El asunto está grave: se sentían los dueños del pueblo".

El sacerdote cuenta que el miércoles 13, unas tres o cuatro personas corrieron a la catedral de Chilapa para refugiarse por la presencia de los hombres armados, "tuve que cerrar la catedral. Los comercios cerraron. Chilapa se quedó desierto unos días".

El padre dice que después llevó a los refugiados a sus respectivas casas en su camioneta. "Tenían mucho miedo, por eso tuve que llevármelos. Cerré la catedral, porque luego la asaltan. También asaltan las alcancías hasta con barretas y se llevan el dinerito, los poquitos pesos que encuentran".

Los supuestos policías comunitarios piden la cabeza de Zenén Nava, "El Chaparro", presunto jefe de la plaza en Chilapa

El clérigo ya no ofreció misa para no exponer a la gente a la inseguridad en el municipio donde en meses recientes se habla de balaceras y cadáveres decapitados. Las personas entraban con miedo, sobre todo porque los hombres armados rodeaban la catedral, afirma.

El religioso explica que los supuestos comunitarios querían encontrar a delincuentes, pero en lugar de hacer bien, se llevaron a gente inocente.

Cuenta que familiares de los desaparecidos se acercaron a la catedral para pedir que se replicaran las campanas, juntar a los habitantes y reclamarle a los comunitarios por la gente que se llevaron.

"Entraron y casi me obligaron a que les prestara las campanas para replicarlas e ir a reclamar (a los encapuchados) porqué estaban cateando las casas. Les dije: 'ahí están las campanas, replíquelas, pues'. Era un grupo y fueron a ver a los comunitarios. Ya no supe más", explica.

"La gente ya no sale, la gente vive del comercio. Se está muriendo Chilapa", expresa.

El grupo armado controló cinco días a Chilapa, del 9 al 14 de mayo, cuando militares y federales rodearon a los supuestos comunitarios para que dialogaran con las autoridades. Los hombres armados aceptaron irse y condicionaron al Ejército: en una semana detengan a los principales líderes del grupo criminal Los Rojos, sino volveremos. Por ahora militares y policías estatales vigilan en el municipio.

El comando sabía a quién buscar y en dónde encontrarlo. Con precisión estratégica, y sin que nadie se les opusiera.

Se trata de taxistas, vendedores de fruta, carniceros, strippers, activistas de derechos humanos y estudiantes de preparatoria, entre muchos otros hombres que fueron extirpados de su comunidad y de los que no se sabe nada una semana más tarde. Además de algunos apellidos, solo tienen en común la juventud: sus edades oscilan entre los 15 y 31 años.

Los supuestos policías comunitarios piden la cabeza de Zenén Nava, El Chaparro, presunto jefe de la plaza en Chilapa, municipio disputado por los grupos delictivos Los Ardillos y Los Rojos.

La interrogante sigue entre los habitantes: nadie sabe quiénes son los hombres armados que se autonombraron como policías comunitarios y que sólo pidieron que se detengan a los principales líderes del grupo criminal Los Rojos, cuando la zona también es disputada por Los Ardillos.

"La población no quiere a ninguno", afirma el sacerdote. "La gente anda preocupada porque quiere a sus hijos, quiere a sus maridos, a sus esposos. Los comunitarios ya se fueron; dicen que regresan el jueves porque quieren que se detenga al líder de Los Rojos".

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