'Esta familia se sacó el Melate'

Doña Casilda no contuvo el llanto al recibir su nueva casa como parte de un programa de la Sedesol.

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En San Gaspar, el tiempo estaba detenido. (sedesol.gob.mx)
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Agencias
ZUMPAHUACÁN, Edomex.- En la población de San Gaspar, en Zumpahuacán, Estado de México, están acostumbrados a dormir, comer y morir en la tierra. Muchos pobladores llevaban décadas así hasta que este 2013 llegaron funcionarios y activistas de la Cruzada Nacional contra el Hambre con sus pisos de cemento, ollas captadoras de agua y huertas familiares.

Doña Casilda, por ejemplo, hasta ésta semana dormía en una choza de carrizos de cinco metros cuadros y cocinaba frijoles sobre un anafre de leña en una cocina sólo un poco más grande, en la que la lluvia aún se filtra directamente a los pocos trastes que cuelgan de las paredes.

Quizás por eso, cuando el viernes pasado le entregaron su casa de 20 metros cuadrados, con puerta, dos ventanas y techo de lámina acanalada, a doña Casilda le costó trabajo contener el llanto que escondió, apenada, detrás de un pedazo de cartón.

"Durante siete años nos la pasamos suplicándole al delegado de la secretaría que viniera a San Gaspar"

"Esta familia se sacó el Melate", dice en voz baja una activista apartada de la inmensa comitiva de funcionarios de todos los tamaños, sabores y colores que acompañan a la secretaria de Desarrollo Social federal, Rosario Robles Berlanga, durante el recorrido por el más marginado de los municipios del Estado de México.

 "¿Sabes cuánto invirtieron en esta casita?", pregunta la mujer que participó con un programa de huertos familiares de dos metros cuadrados en el terreno de Casilda y su esposo, Manuel. "250 mil pesos. ¿Cuándo esta familia iba a tener 250 mil pesos!? ¡Nunca!", se pregunta y sigue contestando.

Pero esa ha sido la realidad de decenas de familias que han comenzado a asomar su nariz fuera de la prehistoria.

En algunas regiones escondidas de San Gaspar estaba el tiempo detenido: no había pisos de cemento ni estufas de leña ecológicas. Siguen sin tener agua potable, ni luz, ni servicios de salud o acceso a servicios educativos básicos.

Doña Casilda, su marido y sus decenas de vecinos y sus millones de similares en el país suelen vivir con un ingreso que ronda los cuatro mil 500 pesos al año. Por eso, los programas de la Cruzada les cambian en mucho la existencia.

Porque con los dos metros cuadrados de huerta, por ejemplo, lograrán comer 26 diferentes tipos de hortalizas al año, que van de las acelgas al betabel y del rábano al chile poblano.

En algunos casos, son verduras que no saben siquiera cocinar: "solo la cebolla y las calabacitas", dice tímida doña Casilda, quien dio de comer unos frijoles celestiales a la secretaria y la comitiva que la acompaña.

"La estrategia contempla capacitación para que aprendan a sembrar, cosechar y cocinar los vegetales", explica la activista que prefiere mantenerse al margen de "la comitiva".

"Es que no los hemos apoyado como ellos quieren", dice. "Imagínate, durante siete años nos la pasamos suplicándole al delegado de la secretaría que viniera a San Gaspar. Y ahora hasta secretarias vienen".

A su paso por San Gaspar y por este municipio milenario, la secretaria federal y "la comitiva" van ganándole espacios a la prehistoria dejando pequeños pedacitos de modernidad.

Estrategia, no programa

Con la esperanza de que ya no tengan que venir más secretarios de Estado a pedirles a las niñas de 13 años que ya no se embaracen o a sus mamás que les ayuden y les hablen de la importancia y beneficios de las familias pequeñas.

"Aquí en Zumpahuacán tenemos a una mamá de once años", acota uno de los funcionarios encargados de supervisar que los programas lleguen a las personas correctas.

"La Cruzada es una estrategia, no un programa. Nosotros no tenemos presupuesto ni para operar porque cuando el presidente lanzó la Cruzada, el Presupuesto de este año ya se había aprobado".

"Así que lo que hacemos es coordinar que los recursos de los diferentes programas de la Secretaría bajen y se apliquen de la manera adecuada sin importar filiación política".

Y parece que lo están consiguiendo. Un activista encargado de uno de los programas asegura que hasta antes de la cruzada estuvieron exigiendo al delegado anterior que respetara el convenio firmado con su asociación y les entregaran los recursos acordados durante más de un año. Nunca lo hicieron porque el alcalde no era panista.

Pequeño escalón

Ahora, el alcalde es panista, la administración federal es priista y el recurso llegó por fin a San Gaspar. "Para que una familia califique como candidata a la estrategia, debe presentar por lo menos cuatro de los siete indicadores que estructuran la pobreza multidimensional, como se le llama ahora", explicó el funcionario.

Estos indicadores, que construyó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo (Coneval) y que señala la Ley General de Desarrollo son ingreso, rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación.

Ahora, el terreno de doña Casilda, una mujer de 58 años que parece de 75, tiene además de las dos casas, la estufa de leña ecológica, el sanitario externo en construcción y la huerta, una olla de captación de lluvias de ocho mil litros que se llena con dos lluvias fuertes y que puede durar hasta cuatro meses.

Doña Casilda ha ascendido un pequeño escalón en la escala social. Y eso hace la diferencia en un municipio donde no suele llover mucho, donde la principal actividad productiva es el cultivo de la flor y el comercio y donde las mejores opciones para los jóvenes son la migración o el narcotráfico.

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