Sirve flor de cempasúchil para tratar cáncer y es comestible
Un grupo de investigadores del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) de Querétaro, buscan implementarla para el tratamiento de cáncer de colon.
La flor de cempasúchil, es de costumbre ancestrales, para adornar los alteres de muertos y aromatizar los camposantos con su olor enigmático, pero ahora, en pleno siglo XXI, se extiende los mercados para utilizarla como tratamiento contra el cáncer, incluso para ser comestible.
Un grupo de investigadores del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) de Querétaro, buscan implementarla para el tratamiento de cáncer de colon.
Cada año la flor de cempasúchil es utilizada por los mexicanos para conmemorar a los seres queridos que se han ido, pero ahora también puede ser aprovechada para solucionar un problema grave de salud.
El equipo liderado por el doctor Alejandro Manzano Ramírez, en conjunto con las doctoras Flavia Loarca y Sandra Olimpia, pertenecientes al posgrado de alimentos de la Universidad Autónoma de Querétaro, están en búsqueda de aprovechar las riquezas de la flor, típica del Día de Muertos, pues no sólo forma parte de una tradición milenaria, sino que cuenta con propiedades medicinales.
Los especialistas decidieron emplear los compuestos y pigmentos orgánicos del cempasúchil para extraer y reducir las nanopartículas de oro, que pertenecen a esta flor, que pueden ser utilizadas para tratamientos del cáncer de colon.
El propósito de fusionar los compuestos del cempasúchil es para proporcionar una sustancia que elimina las células cancerosas, y disminuye el riesgo del crecimiento de las células dañadas por la enfermedad.
Además con estas investigaciones los científicos pretender atender este grave problema de salud, así como dar otras alternativas de venta a los productores del campo.
A finales de los años 80 la flor se sembraba como planta ornamental, pero también para ser utilizada en la industria textil y alimentaria, ya que se agrega al alimento para aves para darle color a su piel y a la yema de sus huevos.
Durante esa década, se ubica su punto más alto de producción, en 1985 se rebasaron las 16 mil 600 hectáreas, mientras que en 2020 apenas se alcanzaron las mil 951 hectáreas, de acuerdo con cifras del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera del Gobierno Federal.
En esos años, la planta servía como materia prima para elaborar nieves, cervezas artesanales o pulque, así como para obtener colorante natural y teñir objetos y prendas.
Pero además la planta, aparte de tener una singular importancia cultural en la nación, fue una significativa fuente de ingresos para el país por ser rica en carotenos, de acuerdo con Francisco Basurto Peña, investigador del Instituto de Biología (IB).
Los carotenos, son una serie de compuestos químicos que tiene acción de pro-vitamina y pueden convertirse en vitamina A en el cuerpo humano.
“México fue líder en la producción de estos carotenoides; desafortunadamente, a partir de este nuevo siglo perdimos ese mercado; ahora los países productores son China en primer lugar y la India en segundo, México ya no figura en esta industria”, explicó Basurto Peña.
Enrique Arroyo, productor de cempasúchil desde hace seis años, cuando decidió ayudar a su papá que se había independizado y emprendió su negocio.
El joven originario del estado de Hidalgo trabaja la chinampa junto a sus padres y hermanos; es una de las familias que se dedican al cultivo de cempasúchil en la zona de Caltongo, en la alcaldía Xochimilco de Ciudad de México.
El trabajo para la siembra de la flor, comentó Enrique, inicia desde los primeros meses del año; “hacemos el pedido desde el mes de mayo, tienes que depositar para que te lleguen las semillas”, dijo.
Mientras tanto, tienen que preparar la tierra para después ensemillar y la primera plántula se pasa a una maceta donde terminará de florecer.
En este año, gracias al apoyo de un programa gubernamental, Enrique y su familia tuvieron los recursos para invertir en más semillas, lograron producir 17 mil plantas, 4 mil más que en 2020, cuando debido a la pandemia y al cierre de panteones la caída en las ventas fue considerable.
Para recuperar el mercado de la flor, Francisco Basurto señaló que hay que invertir en ciencia básica, pelear mercados y vincular la academia con la producción.
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