Guerrero, un verdadero 'infierno' para sacerdotes

El padre había sido levantado dos días antes en una carretera federal. Después del pago, llegó caminando a la parroquia de Cuetzala del Progreso.

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Hace unas semanas, el padre Gregorio Gorostieta fue hallado sin vida en una carretera. Pertenecía a la diócesis de Altamirano. (Foto: Revista Proceso)
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Alejandra Arteaga/Milenio
MÉXICO, D.F.- Hace año y medio, el obispo Alejo Zavala, de la diócesis de Chilpancingo, recibió una llamada. El sacerdote de la parroquia de Cuetzala del Progreso había desaparecido y la voz al otro lado de la línea le pedía dinero para dejarlo libre.

Era ya el segundo padre secuestrado de esa iglesia.

El obispo entregó el dinero personalmente. En el celular, los secuestradores le daban instrucciones sobre dónde depositar el dinero. "Hubo una negociación. Les dimos una pequeña cantidad", dijo Zavala. No quiso especificar cuánto.

Una o dos horas después (de entregar el dinero), lo soltaron, dice el obispo. Había sido levantado dos días antes en una carretera federal. Después del pago, el sacerdote llegó caminando a la parroquia de Cuetzala del Progreso.

"Sí, hay temor", dijo el obispo. Explicó que hay miedo entre los religiosos, pero también teme la gente de la comunidad.

En los últimos seis meses dos sacerdotes de Guerrero fueron secuestrados y asesinados. El primero fue John Ssenyondo, de Uganda, que fue reportado como desaparecido por la diócesis de Chilpancingo- Chilapa en mayo de 2014 y sus restos fueron encontrados en una fosa en Iguala.

En diciembre, el padre Gregorio Gorostieta, 'Goyo', de la diócesis de Ciudad Altamirano, desapareció tres días antes de que fuera encontrado muerto en la carretera Iguala- Ciudad Altamirano.

El sacerdote por el que el obispo pagó el rescate, había sustituido al padre que unos meses antes había sido secuestrado y regresó luego de un par de días sin un rescate de por medio.

"No vio quiénes fueron", dice el obispo.

En dólares

El segundo sacerdote regresó sin un rasguño, pero el temor entre la gente de Cuetzala se había cimbrado tras dos secuestros de padres en dos años.

Desde entonces, sacerdotes de distintas parroquias en Guerrero han reportado al obispo extorsiones en llamadas telefónicas. "A mí no solamente una, me han llamado muchas veces", dice.

Dice que ha recibido entre tres y cuatro llamadas en las que le piden dinero, pero que nunca lo han amenazado. "Me han dicho que les haga un depósito, me han dado el número de una cuenta, y me piden equis cantidad de dinero", dice.

"En dos ocasiones me pidieron en dólares, yo abiertamente les dije que yo no tenía, que no, que no les iba a depositar nada", dijo. La única ocasión que entregaron dinero por extorsiones fue con el segundo padre secuestrado de Cuetzala.

El obispo explica que la última llamada de extorsión fue hace un par de meses, pero no reveló en qué parroquia ocurrió.

Ni caso

El obispo dice que se han reunido con los sacerdotes de las diócesis de Guerrero para dialogar sobre las llamadas de extorsión, pero aún no logran determinar ningún movil. "No sabemos por qué", dijo.

Explicó que no han emitido una denuncia penal ante la policía, pero han notificado de los intentos de extorsión a la Secretaría de Gobierno del estado, que es la que atiende asuntos religiosos.

"Nos dijeron que no les respondamos positivamente, que no nos dejemos engañar, que no les demos nada", dijo.

¿Qué van a hacer ante estos casos de extorsión?

"No hacerles caso, no hemos encontrado otra forma", dice el obispo Zavala.

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