Historia: Regresan a la cárcel... como actores

Javier e Israel estuvieron recluidos en Santa Martha Acatitla, donde aprendieron actuación y formaron la Compañía de Teatro Penitenciario.

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Los actores reconocen que tras las rejas hay mucho talento. (Milenio)
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MÉXICO, DF.- ¿Han matado, secuestrado o violado?”, preguntó el actor Israel Rodríguez a los espectadores que esperaban ingresar al teatro Juan Pablo de Tavira, en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, para ver la obra Ricardo III. “¿Nadie me responde?”, insistió sin respuesta.

Ricardo III es una puesta en escena de la Compañía de Teatro Penitenciario y del Foro Shakespeare que inicia afuera del reclusorio, cuando Israel, en su papel de Ricardo, cuestiona a los asistentes. “Son unos cobardes y en la cárcel está prohibido ser así, en minutos ustedes verán actuar a personas que han robado, asesinado, violado y secuestrado”.

Junto a Israel estaba Javier González. Ambos participan en la única obra de teatro profesional que se presenta en el interior de un reclusorio de la capital.

“Mucha gente tenía muchos prejuicios cuando creamos el taller de teatro en la cárcel, la mayoría no creía en nosotros, solo nos veía como unos delincuentes sin la capacidad de hacer teatro profesional”, recordaron Israel y Javier, quienes aprendieron actuación cuando estaban recluidos en Santa Martha Acatitla.

Israel, acusado de homicidio, fue liberado en 2011 tras 20 años de reclusión. Javier, detenido por robar autos, alcanzó la libertad hace tres meses, después de 16 años de prisión.

“En la cárcel hay muchos internos con mucho talento y ganas de cambiar, son personas que tomaron una mala decisión y que merecen una segunda oportunidad para seguir creciendo”, dijo Javier.

El 30 de noviembre de 2009, por primera vez en la historia del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, los reos actores presentaron Cabaret Pánico, una obra abierta al público dentro del penal.

“Algunos espectadores fueron por morbo para conocer la cárcel, otros entraron con miedo pero todos se sorprendieron al ver la calidad de obra”, comentó Israel.

La puesta en escena no solo impactó a los espectadores, también a los reos, quienes poco a poco cambiaron su comportamiento dentro del reclusorio.

“Muchos nos drogábamos, llegábamos intoxicados al taller, no le poníamos atención a la maestra, pero fuimos cambiando porque el teatro te exige disciplina, optamos por cambiar nuestra forma de vida y decidimos ya no consumir drogas, leer y estudiar más”, recordó Javier.

En 2011, los integrantes de la compañía vivieron un momento crucial. Israel, el primero de los internos del grupo de teatro que obtuvo su libertad, no sabía a qué se dedicaría al salir de la cárcel, por lo que el Foro Shakespeare le ofreció continuar su reinserción social como actor.

La contratación de Israel motivó a todos los reos que forman parte de la compañía.

“Muchos internos nos decían que el teatro no servía para nada y que era para mariquitas; nos invitaban a dejarlo para seguir vendiendo vicio en el interior del penal pero ahora piensan diferente y aún más cuando se enteraron que Israel y yo estamos trabajando como actores”, dijo Javier, el segundo ex reo contratado por el Foro Shakespeare.

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