Evlyn Cervantes Silva
Agencia Reforma
CIUDAD DE MÉXICO.- La Arquidiócesis Primada de México criticó la distribución de la Cartilla Moral por parte del Gobierno federal al enfatizar que el fomento de valores es tarea principal de los padres y, al hacerlo desde una instancia gubernamental, se corre el peligro de la banalización.

"El fomento de valores y la promoción ética debe reconocerse y alentarse como tarea principal de los padres de familia y de las instituciones o grupos que ayudan en su responsabilidad. Al hacerlo desde una instancia de gobierno se corre el peligro de la banalización y puede tomar el derrotero de la demagogia", planteó la Arquidiócesis en la editorial del semanario Desde La Fe.

La Cartilla Moral de Alfonso Reyes, cuya lectura masiva promueve el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es una guía de carácter ético, pero la Arquidiócesis consideró que, aunque es positiva la preocupación gubernamental por fortalecer los valores, la tarea primordial de todo gobernante es el establecimiento auténtico y estable de un Estado de Derecho.

Incluso, expresó su preocupación de que se devalúen las palabras de carácter ético y llamó al Gobierno federal a tener cuidado con el uso de la palabra "moral".

"La creación o manejo de documentos con nombres llamativos, ocupando palabras que después serán devaluadas o manipuladas, o que sean utilizadas para justificar una política pasajera, sólo conducirá a quitarles importancia y peso: terminarán desechadas de nuestro diccionario familiar o usadas sin propósito real.

"Cuidado, entonces, con el uso de la palabra moral y más cuando a las vistas es anticipo de otro documento que recibirá el nombre de Constitución Moral", alertó la Arquidiócesis.

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Asimismo, ironizó respecto al alcance social que pueda tener la Cartilla Moral y retó al Gobierno federal a respaldar la institución familiar natural.

"Si nuestro Gobierno quiere alentar una Cartilla Moral, bien haría en seguir respaldando la institución familiar natural, debidamente constituida, pues ningún otro ambiente sería más propicio y eficaz para que el ciudadano adquiera los valores que le acompañen de por vida.

"Imaginar que con un texto típico se solucionen nuestros problemas éticos, sería como mostrarle una receta al enfermo esperando -sólo con eso- su pronta curación", agregó.