El increíble trabajo del Dr. Bigotes

Su labor y la de otros médicos-payasos arrancan risas a pequeños que sufren por graves enfermedades.

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Patotas, Bigotes, Confetti, Ulala, Minnie Slim, Peke y Duha son los doctores encargados de llevar alegría y buen humor a niños que enfrentan dolorosas terapias en el Centro Médico Nacional (CMN) 20 de Noviembre del Issste. (Milenio)
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Blanca Valadez/Milenio
CIUDAD DE MÉXICO.- Los doctores afinan sus instrumentos de trabajo: narices rojas, tremendos bigotes, zapatos anchos y se dan un baño con espuma; ya preparados, confluyen en el quinto piso del Centro Médico Nacional (CMN) 20 de Noviembre para dar terapia de cosquillas, carcajadas y juegos a niños que padecen enfermedades crónicas como cáncer, problemas o malformaciones cardiacas y neurológicas.

Se trata de doctores que a pesar de su apariencia caricaturesca pasaron por cursos de psicología y tanatología; además fueron sometidos a medidas estrictas de higiene debido a la delicadeza de los pacientes que tratan, explicó el Doctor Bigotes, como se hace llamar Jesse O´Connor.

Y es que sus pacientes son niños que han sido sometidos a intervenciones quirúrgicas de alto riesgo, sesiones de radio y de quimioterapias, procedimientos médicos que les causan extremo dolor, estrés y hasta terror.

"El hospital es un lugar terrible para los niños", explicó Sonia Gutiérrez, coordinadora de pediatría de dicho centro hospitalario del Issste: "Nos ven entrar y lloran de terror porque han sido constantemente picados y todo lo que hacemos para su beneficio les resulta muy agresivo".

Por eso Gutiérrez permitió que, por lo menos una vez a la semana, el área de pediatría a su cargo sea un lugar donde está prohibido guardar silencio y reciba, con previa autorización de padres e infantes, a payasos escandalosos cuya misión no es solo distraer sino también, como se ha demostrado científicamente, contribuir a la adherencia terapéutica.

"Los hace olvidar que están en el hospital (...) disminuye el dolor y el gran estrés que enfrentan no solo los niños sino también sus familiares, que no tienen opción ni de llorar a pesar del sufrimiento tan grande que enfrentan", añadió Gutiérrez.

Media sonrisa

Por ello, los doctores Patotas, Bigotes, Confetti, Ulala, Minnie Slim, Peke y Duha hicieron de todo, bailaron "A la víbora de la mar" en los pasillos, contaron cuentos a los niños, uno en particular sobre un gato misterioso para Diego Orlando Molina, quien sufre de glioblastoma multiforme alojado en el tallo cerebral y por el cual fue intervenido en noviembre.

Carlos Molina, padre de Diego, de seis años, recordó que su hijo perdió la movilidad, el habla y la capacidad de alimentarse debido a que el tumor cancerígeno creció y, cuando se lo diagnosticaron, estaba muy avanzado. Diego tiene parálisis del lado derecho de su cuerpo, por eso sonríe a la mitad. Suele tapar su tráquea con su dedo para poder comunicarse y, cuando estuvieron los doctores payasos, participó en la historia del gato que lanzaron por la ventana y hasta maulló.

Su vecino, Carlos Asaf, de siete años, también ya puede moverse tras ser operado de un tumor en tejidos blandos y en huesos, que se presentó primero como una bolita y que después fue creciendo hasta hacer que dicho cáncer evolucionara hasta la etapa cuatro.

"Mi papá me llevó al médico. Decían que tenía pie plano, pie corto, escoliosis. Luego de un estudio dieron con lo que tenía y me hicieron la cirugía en diciembre. Me quitaron 80 por ciento del tumor; ya pasé las radios y ahora estoy en quimioterapias, serán por 51 semanas", explicó el niño, quien tiene maravillados a los médicos por su capacidad de entendimiento de su padecimiento y facilidad de habla.

Procesos revertidos

Farina Arreguín González, jefa del servicio de oncología pediátrica, y Luz Victoria Flores Villegas, encargada del servicio de Hematología del CMN, coincidieron que 50 por ciento de los pacientes, de los casi 230 nuevos casos que atienden cada año, llega en etapas avanzadas de cáncer debido a la poca capacitación de los médicos de primer y segundo nivel.

"Hicimos un estudio revisando 10 años de atención en el Issste y detectamos que antes de llegar aquí los pacientes visitaron antes un promedio de cuatro médicos. Hay desde los que vieron a dos hasta quienes vieron antes a 20, lo cual es gravísimo.

Por ello en el Issste han implementado una campaña de capacitación entre los médicos de primer y segundo nivel de atención, para que ante la sospecha manden a los niños con los especialistas; además se difundirán guías en guarderías para asesorar a padres y elevar la supervivencia de los menores de 66 a 80 por ciento, como marcan los estándares internacionales.

En el Issste, incluso, ya se creó la clínica del superviviente de cáncer y la idea es acompañar y consolidar la primera generación de adolescentes y adultos que, a pesar del cáncer, tienen la posibilidad de integrarse al trabajo y de tener a su propia familia, ya que todos los procesos de rehabilitación están revirtiendo, en algunos casos, la esterilidad causada por radio y quimioterapia.

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