Lucha libre contra estrés carcelario

Pentagoncito, por homicidio calificado, y Gran Misterio, por secuestro exprés y robo, están presos y enseñan el pancracio a reos de tres penales.

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La lucha te aleja de las drogas, dice Bernabé y aplica un candado. (Héctor Téllez/MILENIO)
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Marco Antonio Coronel/MILENIO
MÉXICO, D.F.- Dos estrellas de la lucha libre mexicana narran su caída en el penal y cómo sobreviven.

Primera Caída: La prisión

La afición gritaba su nombre, los niños compraban su máscara y los cronistas deportivos resaltaban sus acrobacias en el cuadrilátero, pero en 1998 la fama de Bernabé García Julián, Pentagoncito, se acabó cuando lo acusaron de homicidio calificado.

“Tenía todo: dinero, fama, viajes, mujeres y en menos de un año todo se terminó porque una persona me señaló como el asesino de su hermano y me sentenciaron a 27 años, seis meses de prisión”, recordó Bernabé García, exintegrante de la empresa de lucha libre AAA.

Pentagoncito ingresó al Reclusorio Oriente y buscó a Víctor Franco Cruz, otro luchador profesional conocido como Gran Misterio, quien fue sentenciado a 32 años de prisión por secuestro exprés y robo.

“Fue un error que me costó muy caro, perdí a mi familia, a mi primera esposa y a mis hijos, casi todo se esfumó porque en la cárcel todo se desvanece y el recluso no puede hacer nada”, dijo Víctor Franco Cruz.

Segunda caída: Lucha libre en prisión

Pentagoncito y Gran Misterio anhelaban regresar al cuadrilátero y crearon el primer grupo de lucha libre en el Sistema Penitenciario del Distrito Federal. Ambos convencieron a las autoridades para fomentar el arte del pancracio para ayuda para la reinserción social de los internos.

“Fue muy difícil porque estaba prohibido dar clases de box y lucha, y cuando por fin logramos convencer a las autoridades entrenábamos en el piso, con cartones y una alfombra para amortiguar los golpes”, narró Gran Misterio.

“No teníamos ring ni un espacio digno cuando lanzamos la convocatoria, pero eso era lo de menos, ya que lo importante era sacar el grupo adelante para formar más gladiadores”, aseguró Pentagoncito.

Uno de los argumentos que utilizaron para recibir el apoyo de las autoridades fue que la lucha libre es un deporte popular que ayudaría a los internos con problemas de adicción.

“La lucha libre te mantiene alejado de los vicios; yo era adicto a la cocaína y el deporte me permitió dejar mi adicción, por eso yo siempre les dijo a los muchachos que nuestra disciplina nos ayudará a salir adelante siempre y cuando nosotros tengamos la voluntad”, comentó Bernabé.

En 2004, la popularidad del grupo de lucha libre incrementó y organizaron su primera función pública. La afición estuvo conformada por miles de internos y sus familiares.

El proyecto creció y actualmente el pancracio se practica en los reclusorios oriente y norte, así como en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde fueron reubicados Pentgoncito y Gran Misterio.

Tercera caída: La libertad

Las sentencias de Pentágoncito y Gran Misterio son largas. Ambos continuarán enseñando su disciplina favorita en la cárcel, porque aseguran que su deporte no es para rudos o técnicos, sino para las personas que saben que se tienen que levantar después de cada caída, a pesar de lo fuerte que sea el castigo.

“Mi sueño es alcanzar la libertad y demostrarle a la gente que los reclusos sí cambian, que somos personas que cometimos un error, pero que en la cárcel, a seguir adelante sin dañar a las personas”, afirmó Gran Misterio.

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