'Narcos' explotan áreas naturales protegidas

El costo de limpiar un sitio contaminado por la elaboración de metanfetaminas es de 150 mil dólares, y en México ni siquiera hay un programa de remediación.

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Zonas de Michoacán, Sonora, Baja California, Nayarit y Colima son de las más afectadas. (Milenio)
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Víctor Hugo Michel/Milenio
MÉXICO, D.F.- Pumas, águilas, tortugas, lagartos, cachalotes, serpientes, osos: gracias a su aislamiento, las Áreas Naturales Protegidas (ANP) del país son el último hogar y refugio que tienen muchas especies animales que en México se encuentran en franco peligro de extinción. Pero su incomunicación y soledad han atraído a un nuevo tipo de depredador: los cárteles mexicanos de la droga.

Armados de químicos nocivos que pueden causar daños irreversibles al medio ambiente y que requieren de costosas y complejas operaciones de limpieza que en muchas ocasiones ni se llevan a cabo, los cárteles —en particular el de Sinaloa y La Familia Michoacana— han multiplicado esfuerzos por instalar laboratorios de producción de metanfetaminas en el corazón de Reservas de la Biósfera, Bosques Protegidos y Parques Nacionales, todos en zonas de difícil acceso y precario balance ecológico.

Desde 2006, 109 laboratorios clandestinos con distintos grados de toxicidad han sido hallados en ANP administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), incluidas algunas altamente vulnerables en el Golfo de California y el Delta del Río Colorado, último santuario para una especie en alto riesgo de desaparecer, la Vaquita Marina.

Según registros de la Secretaría de la Defensa Nacional obtenidos por MILENIO vía la Ley Federal de Transparencia, el grueso de estos laboratorios han sido descubiertos en refugios ambientales del altiplano, la frontera sur y la costa oeste del país, en lo que equivale prácticamente a 20 por ciento de todas las ANP de México.

De la información obtenida se desprende que, sin importar la vulnerabilidad y lo irremplazable de algunas de estas zonas, instalaciones tóxicas han aparecido en sitios que ya resienten daños críticos por la actividad ganadera y la tala clandestina, como el Bosque de la Mariposa Monarca, en Michoacán, o el Bosque de la Primavera, en Jalisco. Entre ambas, acumulan 23 laboratorios irregulares encontrados en operativos antinarcóticos.

Otro sitio que ha sido usado para producir metanfetaminas es el Valle de los Cirios, de Baja California

Otro sitio que ha sido usado para producir metanfetaminas es el Valle de los Cirios, de Baja California, un Área de Protección de Flora y Fauna en la que la Conanp ha documentado la presencia de dos aves y dos mamíferos en peligro de extinción, así como una especie vegetal, seis de aves y 11 de reptiles catalogadas como fuertemente amenazadas. El total de laboratorios construidos por el narco en sus cañones desérticos, cercanos a la frontera con Estados Unidos, es de 5.

También han sido halladas narcoprocesadoras en la ANP de La Encrucijada y el Volcán de Tacaná, en la frontera entre Guatemala y Chiapas. En esta última Reserva de la Biósfera habitan 19 especies en peligro de extinción.

Otros zonas protegidas en las que se han detectado operaciones químicas del narco son: las Marismas Nacionales, de Nayarit; el Corredor Biológico Chichinautzin, en Morelos; el Cerro de las Campanas y la Sierra Gorda, en Querétaro; y el Nevado de Toluca, en el Estado de México, por mencionar solo unos cuantos casos.

Casi todos los narcolaboratorios descubiertos se encuentran en zonas de influencia de los cárteles de Sinaloa y La Familia Michoacana, en estados como Sonora, Baja California, Nayarit, Jalisco y Colima. Michoacán concentra 70 por ciento de los centros de elaboración de drogas sintéticas descubiertos en los seis años recientes.

En contraparte, las estadísticas oficiales apuntan a que el número de detenidos ha sido mínimo. Desde 2006 y con cifras actualizadas hasta junio de 2012, la Sedena reporta haber capturado solo a 45 personas, mientras estaban trabajando o protegiendo los laboratorios. Pero en 80 por ciento de los hallazgos, las instalaciones habían sido abandonadas antes de la llegada de las tropas.

La distancia tampoco ha sido impedimento para que estos centros improvisados —con nulas condiciones para el almacenamiento de químicos y mucho menos el desecho de los compuestos usados en la elaboración de metanfetaminas— sean construidos: uno fue hallado en marzo de 2011 por tropas del Ejército en la Reserva de la Biósfera de la isla San Pedro Mártir, ubicada prácticamente a la mitad de la nada, en el Mar de Cortés, a 53 kilómetros de Sonora y 51 de la península de Baja California.

La isla es considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO y sitio de preservación de aves y especies marinas como tortugas perico, carey, prieta y golfina. La propia Conanp admite que en los años recientes el ecosistema de San Pedro Mártir se ha visto sometido a una fuerte presión debido a “la presencia humana en la isla”, desde turistas y pescadores, hasta militares.

Y ahora, narcos.

Coctel tóxico

Para la elaboración de metanfetaminas existen distintas recetas posibles. Todas contemplan el uso de químicos que pueden llegar a causar la muerte, además de deteriorar el medio ambiente. Los costos por limpieza de un sitio contaminado pueden llegar hasta 150 mil dólares.

Y en México quizá nadie lo limpie. Mientras en Estados Unidos existen leyes que obligan a entidades gubernamentales federales y estatales a emprender el rescate de sitios contaminados por metanfetaminas —algo que puede tomar semanas—, en nuestro país no se ha creado aún un programa de remediación de zonas dañadas por narcotráfico.

Según estima el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el laboratorio promedio de metanfetaminas produce entre 2.5 y 3.5 kilos de desecho tóxico por cada 500 gramos de metanfetamina elaborada. Algunos de los compuestos que terminan siendo vertidos al agua o la tierra —y que pueden contaminar acuíferos o fuentes de alimento de animales— son la acetona, el ácido sulfúrico, sulfato de amonio, freón, hidróxido de sodio y metanol, además de ácido muriático, litio metálico, éter, tricloroetano y tolueno.

Para los organismos medioambientales, el tema representa un reto inédito. En especial porque poco o nada pueden hacer biólogos y botanistas para enfrentar al crimen organizado.

Por la seguridad de sus investigadores, la Conanp declinó hacer comentarios para este reportaje y rechazó dar a conocer si ha detectado daños en el medio ambiente o especies protegidas debido a la proliferación de laboratorios clandestinos.

“No podemos conceder entrevistas o dar información sobre temas de seguridad nacional”, lamentó su vocero, Gabriel Manzanilla. Los investigadores de la comisión no cuentan con protección alguna y deben moverse, en muchas ocasiones de forma solitaria, por las zonas en las que han sido hallados los laboratorios.

Greenpeace también declinó comentar al respecto. “No hablamos de temas de narcotráfico”, dijo Raúl Estrada, su encargado de comunicación.

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