Náufrago salvadoreño cumple promesa de muerte

José Alvarenga se reúne con la madre de su compañero de travesía, en una comunidad pesquera del estado de Chiapas.

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José Salvador Alvarenga abrazó a la madre de su amigo de naufragio, Ezequiel Córdoba, y los dos lloraron mientras una horda de periodistas cubría el momento. (Agencias)
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Agencias
EL FORTíN, Chiapas.- Un pescador salvadoreño, quien dice que estuvo a la deriva más de un año, se reunió el sábado con la madre de su compañero fallecido durante la travesía, un momento muy emotivo que dijo lo ayudó a cumplir una promesa hecha a su amigo.

José Salvador Alvarenga abrazó a la madre de su amigo, Ezequiel Córdoba, y los dos lloraron mientras una horda de periodistas cubría el momento, según publica AP.

"Así hubiera querido recibir a mi hijo", dijo Roselia Díaz Cueto.

"Es una felicidad estar con la madre de mi amigo", le dijo Alvarenga, quien agregó que él y Córdoba, quien falleció aproximadamente un mes después de quedar a la deriva, se prometieron mutuamente que si uno de los dos sobrevivía le contaría lo sucedido a la familia del otro.

La embarcación de Alvarenga, de 37 años, llegó a las Islas Marshall en el norte del Pacífico en febrero. El náufrago regresó el viernes a México, de donde había salido en diciembre del 2012. Su versión de lo ocurrido es difícil de creer para muchos que no pueden explicar cómo un hombre pudo sobrevivir comiendo tortugas, pescado y aves crudas durante una travesía de más de 10,500 kilómetros.

Tras reunirse con la madre de su amigo, Alvarenga planeaba viajar a Costa Azul, el lugar del que los dos zarparon.

Alvarenga dijo que Córdoba, de 22 años, le enseño a rezar.

"Me pidió que me entregara a Dios y me enseñó a rezar y a cantar", le dijo Alvarenga a Díaz. "Él era un buen muchacho".

Segundo hijo perdido en el mar

Díaz dijo que Ezequiel es el segundo hijo que pierde en el mar. La familia vivía en la pequeña localidad de El Fortín, Chiapas, donde unas 500 personas viven de la pesca y donde Córdoba se hizo pescador cuando tenía 8 años.

"Extraño mucho a mi muchachito", dijo la mujer.

Díaz, que vendía pescado fresco a distribuidores locales, dijo que no culpa a Alvarenga por la muerte de su vástago, pero desea escuchar de primera mano por lo que pasó su hijo.

Agregó que espera que hablar con Alvarenga la ayude a encontrar la paz y que quiere que Alvarenga la ayude a conseguir el certificado de defunción de su hijo.

"Me da mucha tranquilidad porque eso es lo que yo he querido, tenerlo muy claro todo desde el principio hasta el final", dijo Díaz sobre la reunión.

Advertencia sobre los hechos

Antes que los dos se reunieran en privado en casa de Díaz, Alvarenga le advirtió que no sería fácil escuchar lo que le sucedió a su hijo.

"Van a ser para usted muy duras las palabras que voy a decir", le dijo a Díaz.

Alvarenga, quien estaba acompañado por sus padres y un abogado, no quiso decir a los periodistas lo que iba a compartir con la madre de Córdoba, y se limitó a decir que sufrieron mucho por el hambre y con frecuencia rezó a Dios pidiéndole un milagro.

Agregó que quiere preservar los detalles del increíble viaje para un próximo libro.

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