Crónicas urbanas: La extraña 'ordeña' de cajeros automáticos

Hay una nueva forma de robar en dispensadores de dinero, donde delincuentes introducen so fisticados aparatos para vaciarlos.

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El atraco podría estar en la carpeta de robo a negocio, cuya cifra es de más de 10 mil en los últimos 9 meses. (Milenio)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- Las autoridades no lo tienen clasificado en sus estadísticas, quizá por su peculiaridad, pero el atraco podría estar en la carpeta de robo a negocio, cuyo número, durante los primeros nueve meses de este año, en el DF, ascendió a 10 mil 144, de los cuales siete mil 19 fueron sin violencia.

El citado despojo, sucedido en una tienda “de conveniencia”, tampoco encaja en los rubros de “robo saliendo de cajero” ni a “sucursal bancaria”, que suman 571 en el mismo periodo; o sea, de enero a septiembre de este año. Es normal que el primer ilícito siempre suceda en la calle, pero no en un negocio.        

Los asaltantes entraron a la tienda, situada en la colonia Estrella, delegación Gustavo A. Madero, una de las tres demarcaciones  con mayor índice delictivo —además de Cuauhtémoc e Iztapalapa— y caminaron hacia el fondo, directos al cajero automático, y comenzaron la operación.

Dijeron que eran empleados de mantenimiento, parecidos a los que limpian teléfonos en la vía pública, pero en este caso resultó extraño frente a los ojos de algunos trabajadores, por lo que brotó la suspicacia.

Una empleada que acomodaba mercancías en uno de los estantes, pasó cerca de los sospechosos, quienes cuchicheaban, y en una rápida ojeada logró observar que algo raro sucedía, pues aquellos parecían enconcharse demasiado.  

Pronto lo supo uno de los encargados del negocio, quien miró con discreción y recelo sus movimientos, y decidió ir a la parte de atrás, pues ratificó la extraña forma en que aquellos dos manipulaban el cajero automático.

—¿Pasa algo?— preguntó.

Y aquellos ni se inmutaron.

—No, es solo una revisión— dijo uno de ellos.

Pero el hombre no quedó satisfecho con la respuesta y entró a la cámara de refrigeración, desde donde pudo observar la forma en que sustraían dinero en efectivo a través de la ranura expulsora.

Para en ese entonces los sospechosos, mientras tanto, recolectaban y se embolsaban 120 billetes de 200,  más 14 de cien pesos.

Una semana después sucedería un caso similar, pero de menor cuantía, en la delegación Benito Juárez.

Detenidos en el lugar de los hechos

Ese día, 7 de octubre, a las 18:05, en las frecuencias de radio de diversas corporaciones policiacas, entre ellas de la Policía de Investigación, se pedía la presencia urgente de unidades motorizadas en una tienda de la calle Ópalo, delegación Gustavo A. Madero, “toda vez que unos sujetos manipulaban de manera extraña un cajero automático en el interior de un establecimiento comercial”.

Los agentes arribaron al negocio —mientras policías preventivos, cerca de ahí, se mantenían a la expectativa— y se dirigieron hacia el fondo, donde vislumbraron a Jair y Ulises, de 27 y 33 años, quienes, tranquilos, dijeron que estaban ahí porque realizaban un retiro de dinero en efectivo. No mentían, pero no eran las formas.

Asaltantes no meten tarjeta de crédito o débito pero el cajero automático les da dinero

Los detectives pidieron el comprobante de la operación, así como la tarjeta usada, que resultó ser una ‘Premium’, y floreció la sospecha, pues no solo observaron que la firma era ilegible, sino que faltaba el nombre del titular. Le pidieron a Ulises que mostrara una bolsa gris tipo bandolera que traía colgada del hombro.

Y abrieron el bolso gris, marca Peack Tour, en cuyo interior percibieron un fajo de billetes de diferentes denominaciones, cuyo monto sumaría 37 mil 400 pesos. Era una cantidad muy superior a la que está permitida sacar de cajeros automáticos. Ninguno de los dos comprobó la procedencia lícita del monto.

Jair, poco más o menos de un metro con 70 centímetros de estatura, moreno claro y complexión regular, vestía playera gris, tipo polo, pantalón de mezclilla y zapatos tenis, mientras su compañero, Ulises, de alrededor de 1.85, robusto, tez blanca,  traía camisa gris, también de mezclilla y zapatos negros.

Y quedaron detenidos.

Con todo y bandolera.

Es decir, una correa con bolsa, de esas que se atan a la cintura, misma que uno de ellos traía al hombro, abultada de billetes, listos para iniciar la huida.  

Los presuntos, sin resistirse, fueron llevados a la Jefatura General de Investigación de la Fiscalía Desconcentrada de la delegación Gustavo A. Madero, donde ampliaron su revelación sobre la nueva forma de ordeñar cajeros.

Y cantaron.

Blackberry y una caja de plástico

“Por lo que ante las contradicciones e inconsistencias”, señala el reporte policíaco, “de manera espontánea manifestó (Ulises) que realizaban ilícitamente disposiciones de dinero en efectivo, empleando para ello un dispositivo electrónico, el cual habían conectado en el interior de dicho cajero”.

Enseguida, añade el informe, “se procedió a su detención, traslado y puesta a disposición de los sujetos en la Agencia Investigadora en GAM (Gustavo A. Madero), a efecto de deslindar responsabilidades”.

“No se omite mencionar que dicho dispositivo es sustraído por el ciudadano” Ulises, “quien de manera personal abre la parte superior de dicho cajero” y realiza maniobras para desconectar un aparato electrónico color negro, “con cable plástico de forma rectangular, con la leyenda Bluetooth Wirelessly Play Music”.

Los presuntos culpables, asimismo, utilizaron dos Blackberry y un cable de tonalidad oscura, de aproximadamente un metro y medio, con una caja de plástico rectangular, de 4.5 por 3.5 centímetros, sin marca.

Y afloró el dinero.      

Operaciones sospechosas

Días más tarde de aquel robo, ocurrido en la delegación Gustavo A. Madero, sucedería otro parecido en la plaza comercial Parque Delta, situada en la delegación Benito Juárez, donde las cámaras de seguridad detectaron a un individuo que, a eso de las 16:30 horas, realizaba operaciones sospechosas en cajeros automáticos.

El Jonathan no introducía una tarjeta; pero disponía de dinero en efectivo, según el reporte oficial,  de la siguiente manera: “manipula el teclado del cajero automático; luego, la pantalla cambia, pero de diferente modo en que aparece habitualmente, y es cuando operaba y seleccionaba una de las opciones…”

Y aparecía el dinero.

El escueto informe policíaco, además de breves testimonios, resume el supuesto delito cometido por el presunto culpable: “utilización de equipos electromagnéticos para la disposición de efectivo sin consentimiento”.

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