Queja contra Peña Nieto en paupérrimo municipio

Un habitante de Cochoapa, donde el 98% de la población sólo habla mixteco, le grita al presidente: ¡la educación no se vende!

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Cuando los elementos de seguridad del presidente Enrique Peña ya comenzaban a retirar a un maestro (i), Peña Nieto se puso a platicar con él. (Foto especial)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- La defensa más vehemente de la Reforma Educativa la hizo ayer Enrique Peña Nieto. La protesta de un maestro en Guerrero fue el pretexto para que el Presidente diera un discurso improvisado. 

Cochoapa es uno de los municipios más pobres de México, donde 98 por ciento de la población sólo habla mixteco. Fue ahí donde Peña recibió una queja por la reforma. 

Entre la muchedumbre, un maestro de Guerrero hizo la tercera protesta pública frente al mandatario federal en lo que va del sexenio (las otras dos fueron en días pasados contra la reforma energética). 

Aprovechando que se acercó a saludar a un grupo que lo esperaba desde varias horas antes, el profesor grito al Presidente: “¡la educación no se vende!”. 

Detrás de una de las vallas metálicas que se colocaron en el pueblo a lo largo de casi dos kilómetros para resguardar, el docente insistió: “Peña, entiende, la educación no se vende”. 

A los miembros del Estado Mayor les tomó sólo unos segundos encontrar al inconforme y empezar a jalarlo de la ropa para retirarlo del lugar. Sin embargo, Peña pidió que lo dejaran acercarse hasta el punto donde él estaba. 

Una vez que lo tuvo de frente, el maestro reclamó que la Presidencia, junto con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y Mexicanos Primero “habían privatizado la educación”, y que pese a ser maestro en el municipio no había sido consultado para llevar a cabo la reforma educativa.

“Ustedes (el gobierno federal, la OCDE y la organización Mexicanos Primero) vendieron la educación y la entregaron a esas empresas. Fíjese la situación en la que estamos aquí y se nos quiere evaluar con una manera despectiva y sancionadora. 

“Yo soy profe, yo no soy delincuente para que me jalonee ni para que me estén empujando simplemente porque yo quiero que mi voz y la de esta gente se escuche”, dijo el maestro después de librar que el Estado Mayor lo sacara del lugar a tirones.

Petición de Peña Nieto

Lo primero que hizo el Presidente fue pedir al maestro que “no lo confundan las campañas mal intencionadas”, pues la educación seguirá siendo gratuita y a los maestros se les evaluará de acuerdo con las condiciones específicas 
de cada estado.

“Que no los confundan: la reforma que hemos hecho es precisamente para mejorar la educación. Y cada lugar va a ser evaluado conforme a las condiciones y particularidades de cada lugar, no todas las zonas son iguales”, explicó. 

A la redonda ninguno de los pobladores hizo preguntas. Todos miraban entre extrañados y entretenidos el súbito desencuentro. Algunas mujeres, cansadas de la espera y el diálogo, comenzaron a echar porras para distraerse. 

Detrás del mandatario veían el diálogo callados y preocupados la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles; el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, y el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Jorge Carlos Ramírez. 

Pobreza por doquier

Las condiciones de las que hablaba el maestro se veían a primera vista, apenas hace unos años se colocó concreto hidráulico a la calle principal de la comunidad, el resto luce aún con caminos de terracería, sin drenaje y sin luz. 

El único teléfono a varios kilómetros a la redonda es una caseta improvisada con láminas y madera, donde en una mesa hay un teléfono blanco que administra una mujer bajita, que lo mismo anota el tiempo que tardaron en la llamada, que procura que dos niños de menos de tres años, desnudos de la cintura hacia abajo, no se salgan de su vista.

Había pocos pobladores que hablan español. Uno de los hombres que custodiaba la puerta de una de las casas que visitó Peña respondió “Sí presidentes” a la pregunta de si le gustaba su casa. Y también a las restantes: 

—¿Cuánto tiempo lleva viviendo aquí? 
—Sí, presidentes—respondió con una amplia sonrisa. 
—No habla español —se percató el mandatario con un ademán de sorpresa y buscando a la mujer que le hacía de intérprete. 
—Sí, presidentes —volvió a decir.
El diálogo terminó. 

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