'¡Quiero a mis hijos de vuelta!'

Tras la confirmación de la sentencia de pena de muerte contra los mexicanos en Malasia, su familia pide apoyo al gobierno de México.

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La familia en espera de la resolución del tribunal. (Alejandro Madrigal/Milenio)
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Alejandro Madrigal/Milenio
CULIACÁN, Sin.- La única esperanza que tenía la familia González Villarreal para tener devuelta a sus muchachos José, Luis y Simón de que la corte de Malasia se “apiadara” de ellos, se esfumó la madrugada de este miércoles, tiempo de México.

El shock invadió a Carmen Villarreal y a Héctor González, padres de los tres mexicanos que habían ido a Malasia con la esperanza de mejorar la calidad de vida de su familia y solo encontraron la muerte,

Sin mostrar, en un primer momento una expresión de dolor, los dos adultos mayores se quedaron perplejos, no podían hablar, moverse, hacer un movimiento, simplemente el silencio invadió la vivienda, en la cual también estaban los nietos y demás familiares en la espera del terrible veredicto.

Nadie creía lo que estaba leyendo, a través de la cuenta del reportero de MILENIO, Víctor Hugo Michel @VHMichel que anunciaba tristemente la ratificación de la sentencia de muerte a la ahorca de los hermanos González Villarreal.

Una computadora instalada en el patio de la vivienda fue el punto de reunión de la familia, los amigos, 30 nietos y una bisnieta

Una computadora instalada en el patio de la vivienda fue el punto de reunión de la familia, los amigos y los 30 nietos y una bisnieta que siguieron minuto a minuto la agonía a través de la red social.

Fue Leticia González Villarreal, una de las hermanas de los condenados a muerte, la que tomó valor y comenzó a ver la pantalla de la computadora. Solo leyó la última parte por temor a que sus padres desfallecieran por la impresión de perder a sus tres hijos“…la apelación ha fracasado”.

La primera en demostrar su dolor y derramar lágrimas fue doña Carmen, la cual al ver la reacción de sus nueras y demás familiares descifró el mensaje condenatorio y lo expresó: “quiero a mis hijos de vuelta”, agachó su cabeza y comenzó a llorar desconsolada.

Brenda, esposa de José, se tumbó en aquel sillón, sucio y viejo, que había sido testigo de la relación en aquellas reuniones familiares. Se aisló de la familia y medios de comunicación y el color rojo de su rostro demostraba su gran dolor al saber que su pareja no regresará jamás a su lado, a menos que el Sultán otorgue el perdón y clemencia, situación que nunca se ha dado.

La pequeña Bianca, la cual había sido mandada a dormir momentos antes platicó “no recuerdo ya cómo es mi papá, pero me hace mucha falta”, por lo que Brenda era incapaz de despertarla para darle la triste noticia, de hecho guardará el secreto y no decirle que su padre no volverá a su lado, esperará que los años le den la madurez para comprender el por qué su José Regino fue ejecutado.

Leticia González lanzó un llamado al gobierno federal para que intervenga diplomáticamente para que sus hermanos sean juzgados en México y devueltos al lado de su familia.

Confirmó que para que Alejandrina, otra de las hermanas, y su cuñada viajarán a Malasia empeñaron la casa de la familia González Villarreal, ubicada en la colonia Lomas de Rodriguera, considerada una de las más humildes y peligrosas de Culiacán.

Dejando a un lado su dolor, Héctor González tuvo que prepararse para cumplir con sus obligaciones como encargado de una ladrillera en esa entidad, como todos los días desde hace 50 años.

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