Recepción a Elba en el penal: "Entró la mala educación..."

Ante el ingreso de "La Maestra", las citas al médico, entre otras actividades, fueron suspendidas.

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Operativo de traslado de la exdirigente del SNTE. (Milenio/Archivo)
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Alejandra Morón Díaz/Milenio
MÉXICO, D.F.- Martes. 22:49 horas. Sirenas. Ruido de aspas de helicópteros. Pisadas apresuradas. Murmullos por todos lados. Es cotidiano el ingreso de nuevas huéspedes. Pero este día se especula sobre una reclusa especial. Ya todas saben quién se perfila para ser la nueva compañera. Eso creen. Pero las bienvenidas en el penal de Santa Martha Acatitla no son como las que, naturalmente, acostumbra una mujer que era, apenas hace unas horas, superpoderosa.

“¡Ya llegó esa perra!”, expresa una de las internas del Edificio B, que veía las noticias junto con sus compañeras de celda. El juicio popular de las internas es inevitable: “¡Qué bueno que detuvieron a esa mujer!”, “¡Ella sí es una delincuente!”, “¡Hasta que hicieron algo contra la Gordillo!”

A la mañana siguiente las actividades en el penal parecían normales, pero por la tarde todo cambió. La llegada de Elba Esther, luego de comparecer en el Reclusorio Oriente, trastornó las rutinas por media hora.

Las citas al médico, psicólogo, trabajo social, locutorios, entre otras actividades, fueron suspendidas sin previo aviso. “No habrá paso hasta después de media hora por la llegada de la señora”, fue la respuesta que la custodia en turno dio a las internas que requerían algún servicio.

La inconformidad de algunas reclusas fue inmediata y hubo algunas voces que incluso llamaban a “un motín”. “¿Yo qué culpa tengo que esa pinche vieja esté aquí”, decía una. “¡Chale! Ahora no podemos hacer nada hasta que la perra esa quiera”, explotaba otra.

Aunque la titular de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, Mayela Almonte Solís, informó que La Maestra permanecería en el área de ingresos sin privilegios, algunas internas aseguraban que Gordillo estaba en una celda “acondicionada, con reposet, pantalla plana, colchón y cobijas nuevas”. Y otra se lamentó: “Nosotras no tenemos esas cosas y hasta chinches sufrimos”. Según otras, las custodias encargadas de vigilar y cuidar a Elba Esther “portaron uniformes nuevos y hasta gorritas, todo nuevo, no es de Dios, entró la mala educación a Santa Martha”.

***

Apenas se asoma el sol, las internas deben pasar lista. Después, cada una puede hacer de su tiempo lo que quiera, pero es recomendable que se inscriban en actividades deportivas, educativas o manuales, para que les sea tomado en cuenta si quieren salir más rápido.

Clases de baile, cocina o quizás aprender un idioma, como inglés o francés, son las opciones que pueden elegir en Santa Martha. También pueden hacer actividades deportivas. Algunas simplemente prefieren leer o dormir. Unas más, célebres por sus crímenes, ahora se distinguen por vender garnachas, como La Mataviejitas, o por dar asesoría legal a sus compañeras, como las Viudas Negras.

Familiares y amigos pueden visitar a las internas martes, jueves, sábados y domingos, por lo que esos días hay más movimiento en el penal. Luego de pasar por tres retenes, mostrar un sello que les ponen en el brazo derecho y repetir su nombre completo a las custodias, los visitantes llegan a uno de los patios asignados para el encuentro.

Para que la presa sepa que el familiar está ahí, éste pide a las “estafetas” que la llamen y eso cuesta entre 5 y 10 pesos. Algunas reclusas necesitadas de dinero se ofrecen, por 3 o 5 pesos, a cargar bolsas y conducir al visitante a uno de los tres kioskos del patio.

Ahí otras internas ofrecen al familiar una mesa. Si la acepta, tendrá que pagar 50 pesos, que incluye tres bancos, y cada asiento adicional vale 10 pesos. Si el visitante lleva comida, puede calentarla en una tiendita en el centro del patio, pero eso también implica un aporte económico. También se puede comprar desde sushi hasta tacos de tripas, café americano por 10 pesos, un frappé, malteada o sangría preparada por 28. Si se acumula la basura, alguna de las internas pasará a recogerla y cobrará entre 2 y 5 pesos.

Las escenas van de la simple plática hasta el llanto, de la risa a la meditación, de los abrazos a los besos. La hora de visita termina a las 3 de la tarde en el área de nuevo ingreso y a las 5 en el resto de las áreas correspondientes.

Las reclusas “famosas”

Todas las internas conocen a Roxana Lizbeth Arredón Argüello, Emma Argüello Jurado y Leslie Madelein Arellanes Arredón, abuela, hija y nieta, respectivamente, a quienes apodan las Viudas Negras, acusadas de matar al joven Rubén Romero Escalante. Otras internas célebres son Juana Barraza, La Mataviejitas, y Regina del Pilar, hija de la actriz Regina Torné.

Todas, también, conviven de diferentes formas con ellas. “La hija de Regina Torné es muy callada, casi no sale de su celda y su mamá la viene a visitar los miércoles, que, aunque no es día de visita, puede pasar a verla, quién sabe por qué”, comenta una interna.

Barraza, otrora conocida como La Dama del Silencio en la lucha libre, ocasionalmente tiene visitas, y cuando eso pasa, aprovecha para vender entre las reclusas y visitas pay de queso, a 15 pesos la rebanada. “También vende quesadillas entre semana, y de eso se mantiene aquí adentro”, comentan sus compañeras, quienes aseguran que aunque su aspecto denota rudeza, “no se mete con nadie y es amable con todas”: no suele platicar mucho.

Roxana Lizbeth, Emma y Leslie tienen, en cambio, una rutina particular. Desde las 7:30 horas, cuando pasan lista en el Edificio B, hasta las 20:00 horas, en que se van a sus celdas a dormir, andan juntas. Temprano se dirigen a una de las dos mesas de metal que “apartan” y comienza el ritual: adornan con un mantel, un florero, una jaula con pájaros; tienen su sarteneta para cocinar, algunos documentos, libros y pertenencias de las tres.

Según algunas reclusas, las Viudas Negras son respetadas y queridas, “pues siempre están dispuestas a ayudar a las demás internas en cuestiones legales”, ya que se sabe que las tres son abogadas.

“Son muy amables, cualquiera puede ir a su mesa y pedirles que revisen tu expediente; ellas te dicen qué hacer o cómo hacerle, han sacado a muchas de aquí”, aseguran internas, y las describen como mujeres agradables y firmes.

Leslie y su mamá duermen con otras dos presas, mientras que la abuela solo con una interna más en una celda distinta. Las tres se encuentran en el Edificio B y continúan portando el color beige, tono con el que las reclusas son distinguidas, porque aún no están sentenciadas, a pesar de que en abril de 2012 el juez 69 penal las condenó a 27 años de prisión.

***

Para la mañana del viernes, todo se trastorna. La nueva huésped se ha sentido mal y, operativo de por medio, ha sido trasladada al penal de Tepepan para que reciba la atención médica necesaria dado su precario estado de salud. Espera el auto de formal prisión o libertad en la cárcel de Xochimilco, de donde salió hace unas semanas Florence Cassez.

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