Solo espera la muerte; ya tiene el féretro y hasta quiénes le lloren

Don Antonio mandó fabricar su propio ataúd hace unos 20 años, pues sabe que la muerte le llegará 'en cualquier momento'.

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Antonio García dijo que incluso ya compró una tumba del cementerio del pueblo de Jalupa, en Tabasco. (Excélsior)
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Agencias
VILLAHERMOSA, Tabasco.- La forma en que el mexicano ve la muerte es singular: se ríe, se burla y hasta 'convive' con ella. Pero hay personas, como el de la siguiente historia que publica el sitio web tabascohoy.com, que ha preparado todo con detalles para "el viaje eterno"   

Antonio García Leyva, un chofer del servicio público del municipio de Nacajuca, en Tabasco, vive con un ataúd de madera desde hace 20 años, en espera de su muerte.

García Leyva le reveló al diario Tabasco Hoy, la manera en que planeó su velorio. Aseguró que ya compró la tumba en un cementerio de su pueblo y que le pagó a diez mujeres para que le lloren en su sepelio.

Dice que la idea empezó desde hace muchos años, cuando en el poblado Jalupa, una singular comunidad habitada por músicos, en el vecino municipio de Jalpa de Méndez, mandó a talar un árbol de macuilí para fabricar sus muebles y del resto encargó a un carpintero diseñar su féretro a la medida.

"Este es mi ataúd en el que pienso irme en mi último viaje, lo mandé hacer hace aproximadamente 19 o 20 años, me costó tres mil pesos y a donde me cambio de vida, allá lo llevo hasta que llegue el tiempo de usarlo para irme en el último viaje”, refirió.

Antonio ha invertido 19 mil pesos para su sepelio: tres mil del ataúd, 13 mil de la bóveda y tres mil más para pagar a las "lloronas"

García Leyva explica que “como dice la gente que nos preparamos para irnos a un viaje, pues hay que ir pensando que la muerte es algo natural que tiene que llegar en cualquier momento, cuando menos se lo espera, entonces lo primero que compra uno es un ataúd y una tumba, y yo dije: pues si tengo la madera vamos a ver si no se echa a perder y cuánto tiempo tardo vivo”.

Antonio es jovial, amable, atento y popular en la calle 16 de Septiembre del barrio del Carmen, todos lo saludan como si se tratara de un candidato, es muy apreciado. Vive en una pequeña habitación rodeado de zapatos, botas, gorras, sillas, equipo de sonido, su cama, mini estufa y una mesa con una licuadora.

El cofre resalta a la vista, es de color nogal y mide 59 pies de alto por 30 pulgadas de ancho sin que a la fecha la polilla lo haya invadido. A decir de Antonio, fue la mejor decisión para evitarle gastos a su familia. “Más que nada pues a como están los tiempos ahorita y la situación económica, pues a mi modo de pensar es mejor que no gaste mucho la familia, pues ya teniendo la caja y la bóveda ¡pues ya!”, sostuvo.

A la fecha sólo ha invertido 19 mil pesos para su sepelio, tres mil del ataúd, 13 mil de la bóveda y tres mil más para pagar a las "lloronas", un ahorro significativo comparado con el costo actual de los servicios fúnebres con gastos de entre 78 mil a 162 mil pesos que incluyen sala de velación, cafetería, asesoría en trámites, traslado, embalsamado, maquillaje, ataúd, cremación, urna y nicho.

Antonio encargó a su hermano Raúl su última voluntad: pagar 300 pesos a 10 mujeres que le lloren en caso de que sus tres ex esposas y 10 hijos se nieguen a despedirlo el día que rinda cuentas.

Raúl dice que Antonio terminará enterrando a toda su familia, pues con su plan mortuorio sólo espanta a la muerte: “está preparado para morir, pero le decimos que nos va a enterrar a todos porque con la caja no creo que se muera”.

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