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El monitoreo con cámaras digitales es apoyado con sobrevuelos de aviones no tripulados. (Milenio Novedades)
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Víctor Hugo Michel/Milenio
MÉXICO, D.F.-  21:40 horas. Un punto clasificado del desierto de Sonora, Arizona

—Alert one, dice lo que pasa por una voz femenina, pero que en realidad es un programa diseñado para sonar como una mujer, quizá por eso de que sus creadores decidieron darle un tono menos amenazante a lo que hace, que es atrapar mexicanos. Viene de las entrañas de silicón de una consola digital de 10 millones de dólares, de donde luego emerge un sonido de alarma, un ping que atrae la atención del agente Ives S, de la Patrulla Fronteriza.

—Tenemos a tres —dice el agente, mientras opera con un joystick los controles de su equipo.  

Automáticamente, con sus servomotores emitiendo un ligero zumbido mecánico, la cámara de visión térmica gira hasta ubicar tres siluetas brillantes, imposibles de confundir en la noche. Son humanos y aunque probablemente se creen arropados por la oscuridad, resplandecen como focos. El calor de su cuerpo los delata en el desierto, en el bosque de saguaros que se extiende en la tierra de nadie que separa a México de Estados Unidos.

En alguna parte, a unos 2 kilómetros de altura, ya le acompaña el agudo ojo de uno de los robots más temidos del mundo, el avión no tripulado Predator B de la empresa General Atomics, nombre código Omaha-1.

Escenas como ésta se repiten a diario en esta franja aledaña a Sonora. Aquí, el mañana ya llegó y aún no queda claro si es una utopía o lo contrario. En algún momento de la década pasada, la tarea de controlar la frontera de Arizona casi se automatizó, al encontrar la industria militar estadunidense un nicho lucrativo en la vigilancia de la línea que divide a México de Estados Unidos. Todos los días, máquinas que originalmente fueron diseñadas para matar, o ayudar a matar, y que han sido modificadas para servir de policías salen a la búsqueda de humanos.

Este rostro mecánico, frío, eficiente, como algo extraído de la ciencia ficción más distópica, es el que Washington está a un paso de crear desde San Diego hasta Brownsville y Tijuana a Matamoros, al llegar las negociaciones de la reforma migratoria —que contempla un inédito endurecimiento fronterizo— a su recta final en el Congreso estadunidense.

Tecnología térmica, de movimiento, infrarroja y satelital conforma el sistema de vigilancia

Tecnología térmica. De movimiento. Infrarroja. Satelital. VADER. Sonares. Inteligencia artificial. El muro virtual que por tantos años se ha prometido, está más cerca de su concreción que nunca, con 4 mil millones de dólares reservados en la reforma migratoria para adquisición de equipo de punta. 

“Nunca hemos visto una concentración así de tecnología de vigilancia. Se está creando una zona completamente militarizada entre los dos países”, consideró Kate Morgan-Olsen, del colectivo No Más Muertes, dedicado a monitorear las tendencias fronterizas y su impacto en vidas humanas. “Esto será peligroso para los migrantes. Los empujará a lo más profundo del desierto y los dejará en posición muy vulnerable”.

En el gobierno estadunidense la visión es de un abierto optimismo sobre el cambio radical que está llevando la tecnología de seguridad a la zona: de la mano de las máquinas se estaría a un paso de alcanzar el control táctico de los 3 mil 200 kilómetros que separan al sur del norte. “Si recibimos todo lo que se ha planteado, estaremos muy cerca de asegurar la frontera con una mezcla humana y técnica balanceada”, señaló Andy Adame, vocero de la Patrulla Fronteriza en Arizona.

La Ley S 744, aprobada por el Senado estadunidense en junio pasado y actualmente bajo discusión en la Cámara Baja, contempla añadir aún más medidas al de por sí colosal entramado defensivo que se ha erigido en la frontera desde la década pasada. El énfasis no será solo humano, sino especialmente tecnológico. Serán barreras con las que se dificultará en extremo —quizá hasta hacer imposible— el paso clandestino de un país a otro.

De acuerdo con la iniciativa de reforma, a los nueve sectores o regiones de la Patrulla Fronteriza se añadirían 700 millas de muro, 93 torres de vigilancia electrónica, 481 sistemas de cámaras fijas, 232 radares de vigilancia móviles, 820 sistemas portátiles, entre visores nocturnos y térmicos. Incluso, habría un sensor sísmico cada mil 500 metros.

Es un panorama mayúsculo que habla de la transformación total de la frontera mexicano-estadunidense. Pero si hay una zona cero, un punto al que hay que seguir de cerca porque de ahí podrían surgir las estrategias que se replicarán por toda la región, es el de un pequeño pero estratégico subsector que se encuentra en Arizona.

'Aquí es en donde tenemos la tecnología más avanzada'

Las luces del Nogales mexicano están a la vista. Pero en esta zona federal restringida —a la que MILENIO tuvo acceso—, el agente Ives no podría estar más aislado de lo que sucede a su alrededor. Pasa sus días en una especie de capullo high tech, rodeado de generadores, interruptores, circuitos y chips que emiten un constante ronroneo.

El trabajo de un patrullero, en casos como el suyo se ha despersonalizado y se asemeja más al de un operador de fábrica que al de un policía: básicamente solo debe esperar a que su computadora le diga que ha identificado a un migrante lo suficientemente inocente como para tratar de cruzar por la trampa digital en que se ha transformado esta región.

—Los vamos a detener fácilmente —dice Ives con un tono de completa confianza. Habla sobre las tres figuras que caminan en su monitor, que desaparecen detrás de una colina solo para reaparecer instantes más tarde. 

—A estos chicos los pescará una patrulla. Ya marqué su posición con un GPS.

Autoridades de Tucson confían en que para 2017 los cruces ilegales se hayan reducido a cero

Esto es la tendencia y no la excepción. El número de migrantes detenidos gracias a los RVS, según la Patrulla Fronteriza, es de 35 mil personas  desde 2009. Y para muestras de lo que podría ocurrir en el resto de la frontera está precisamente este, el subsector Nogales, un campo de operaciones tecnológico en donde miles de policías y el equipo de última línea ya están cerrando el paso a la migración indocumentada con cifras récord. “Diría que hemos tenido mucho éxito en esta parte”, aseguró Adame. “Aquí es en donde tenemos la tecnología más avanzada”.

Pese a algunos fracasos temporales, como el del sistema de torres de vigilancia automática Secure Border Initiative Net de Boeing —suspendido en 2011—, las cifras apuntan a que algo histórico está pasando en Tucson, que hasta hace unos años era considerado imposible de controlar. Por aquí cruzaba un torrencial río humano. Eran de 2 a 3 mil migrantes que burlaban a la Patrulla Fronteriza todos los días. Pero eso ha quedado en el pasado. La Oficina de Estudios del Congreso de Estados Unidos calcula que de 750 mil ingresos ilegales que hubo en 2007 en sus confines, se pasó a 150 mil en 2012, con los RVS como puntales. Es una reducción de 500 por ciento en solo cinco años: una cifra inédita en la historia de la frontera.

A ese ritmo, se estima que a más tardar para 2017, con más radares en lugar y una red de nuevas torres en funcionamiento (ver gráfico) los cruces se habrán reducido a cerca de cero, casi de la misma forma en que ha ocurrido en el sector de al lado, Yuma, en donde la tasa de éxito para un migrante que quiere pasar es prácticamente nula, de 10 a uno. Como California hace ya 15 años, Arizona habrá quedado sellada mucho antes de que termine este sexenio. Y entonces solo quedarán algunas partes de Texas para quienes quieran sortear el tecnopáramo.

“Me dicen que la acción ahora está en el Río Bravo y quizá allá es en donde más intentan cruzar, porque en Arizona hemos visto muy buenos números y fuertes reducciones en el número de migrantes”, sostiene Adame. En cierta medida, lo que ha ocurrido en esta parte de Estados Unidos sirve de atisbo a lo que se viene para los otros 3 mil 200 kilómetros de frontera, en caso de que la iniciativa de reforma migratoria pase en la Cámara de Representantes, como fue aprobada en el Senado.

La S 744 define que el reforzamiento sería más duro en los sectores Yuma y Tucson de Arizona, que recibirían 50 nuevas torres de vigilancia, en las que se instalarían no menos de 200 cámaras de diferentes tipos. Cada torre tendría la capacidad de controlar 35 kilómetros cuadrados de día y 17.5 de noche. También se enviarían 28 nuevos Radares de Vigilancia Móvil, además de 685 nuevos sensores sísmicos. 

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