El Ilustrador: El controversial Carnaval de Mérida

No puede decirse que antes las fiestas de Momo eran maravillosas, pero sí muy superiores las actuales.

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El Carnaval de Mérida perdió su esencia, consideran algunos. (SIPSE)
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Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDAS, Yuc.- Borbotones de comentarios se han suscitado en torno a que si el Carnaval meridano tiene que permanecer en el Paseo de Montejo o debe trasladarse a otro sitio.

Son muchos años de discusiones. Unos opinan que debe permanecer en su actual sitio porque allá está su esencia, y es la oportunidad única anual en la que ricos y pobres convergen en un mismo espacio de la ciudad.

Pero en contraparte, existen voces que claman que el paseo del carnaval sea trasladado a otro sitio, ya que el espacio resulta insuficiente y desquicia a la ciudad esos días, y aunado a ello, más que convertir sus calles en un paseo familiar, se convierte en una enorme y vulgar cantinucha.

Si analizamos ambos puntos de vista, los dos bandos tienen razón, pues los primeros afirman que la esencia es vital, y se vale que se convierta en una cantina, pues esta es una fiesta del pueblo y para el pueblo y, por consiguiente, se vale de todo. Y finalmente, aunque fuera lupanar, la gente es “respetuosa” y prueba de ello es que nunca ha habido un solo hecho grave que lamentar.

Cantina controlada

Por su parte, los detractores piensan que se debe reubicar en un lugar más adecuado de la geografía meridana pues será mejor para todos, y plausible ejemplo es la feria de Xmatkuil donde también pobres y ricos se codean, y es válido convertir ese espacio en una cantinota controlada.

Allá están las cifras que no mienten, pues los cientos de miles de personas que asisten año con año a dicha feria atestiguan que el espacio es seguro y de fácil acceso.

Al respecto, a ambas tesis podríamos agregarle infinidad de atributos maravillosos y desencuentros candentes; pero para mi particular punto de vista, el problema no reside si permanece en su actual sitio o se traslada a los “requintos infiernos”, pues el verdadero y preocupante problema del Carnaval es que se ha convertido en algo realmente tremebundo.

No quiero compararlo con carnavales como el de Veracruz, Nueva Orleans o de Brasil, y tampoco  puedo decir que antes el Carnaval de Mérida era maravilloso, pero sí les puedo asegurar que los de antaño eran muy superiores y, por mucho, a los actuales.

Hasta hace poquitos años, 20 para ser más preciso, los carnavales comenzaron a mejorar y muchos pensamos que el siguiente año sería aún mejor y mejor, e incluso ilusamente soñamos que podría llegar a convertirse en un atractivo turístico como lo es en los citados casos. Pero poco a poco la fantasía se desdibujó y nuevamente entró en decadencia hasta convertirse en un marasmo ruidoso.

Competencia de escándalos

Así es hoy el carnaval de Mérida: un espeluznante paseo de ruidosos, descoloridos y deprimentes carros alegóricos, y hasta ahora no puedo explicarme la razón por la que los organizadores año con año no ponen fin a este grave problema que incluso, en el caso de los decibeles, debería ser sancionado por contaminación auditiva.

Cuando transita un carro alegórico, lo que domina es la competencia entre el audio de la música que acompaña a las comparsas y los generadores de energía eléctrica. Es un ruido realmente virulento.

En anteriores ocasiones he citado que el sentido común es el menos común de los sentidos y este es otro ejemplo, ya que por sentido común no puedes disfrutar de una música si ésta es mancillada por el poderoso rugido de los generadores que portan los carros alegóricos que compiten por la supremacía.

Creo que nuestras autoridades, antes de preocuparse por el tema de que “que se va o no se va de Montejo”, tienen que mejorar el paseo en su esencia y dadas las carretadas de dinero que se generan, creo que alcanzaría perfectamente para contratar a personas que estén capacitadas y que pongan plausible orden en este descomunal desorden.

Creo la administración de Renán Barrera tiene tiempo para comenzar a organizar un digno carnaval el próximo año y marcar la pauta de un “antes y un después”.

Y hay que partir de la premisa que todos los carros alegóricos deberán contar con atributos básicos para un evento de esa magnitud, y no permitir que cualquier pichurriento vehículo decorado con el vuelto de la manteca circule por el derrotero.

Mérida necesita sentirse orgulloso de su carnaval, tenemos el potencial artístico y creativo para hacerlo y este podría ser un importante atractivo turístico, no sólo para Mérida sino para el mismo estado.

Ojalá y este año comencemos a ver algunos cambios y darle continuidad en los posteriores. Verán que en pocos años tendremos un fabuloso carnaval.

¡Por los chones piteados de Momo!

Mi correo es [email protected]

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