La leyenda del huay chivo 'sancho'

Se descubrió que el personaje era 'amante' de una de las hijas casadas de un hacendado y se disfrazaba para poder enamorarla.

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Un 'sancho' fue el que le dio mala fama al huay chivo en Motul a principios del siglo XX. (Milenio Novedades)
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Jorge Moreno/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Seguramente muchos de ustedes han oído hablar del clásico cuento infantil de “Pedrito y el lobo”, que en resumen habla de un niño que era muy mentiroso y cuando cuidaba las ovejas en el pastizal decía que venía el lobo, pero no era verdad. A final de cuentas cuando en realidad llegó ese depredador, ya nadie le creyó y el animal mató a las ovejas.

Pues bien, la leyenda maya que hoy les platicaré de cierta forma está relacionada con lo anterior. Se trata del caso de un “huay chivo” que rondaba en la ciudad de Motul a principios del siglo pasado. En ese entonces casi no había alumbrado público, las calles estaban despobladas a ciertas horas de la noche y las afueras del municipio en la total oscuridad.

Los rumores de la presencia del huay chivo empezaron a cobrar fuerza luego de que unas personas lo vieron rondando cerca de la casa de un hacendado, entonces, como suele suceder,  empezó a cundir el pánico y ni los vigilantes de esa casa querían permanecer afuera al anochecer.

El capataz ofreció una recompensa económica a quien cazara a este huay chivo, y muchos no hicieron caso, al parecer porque valoraban más su vida que el poco dinero que había ofrecido por atrapar al ser sobrenatural.

Con lo que no contaba el capataz era que el adinerado hacendado contrató en secreto a una persona de la población vecina de Telchac Pueblo, quien se afamaba de ser un “cazador de huayes”.

No pasó ni una semana cuando se tuvo noticias y se vieron los resultados. El “Van Helsing yucateco” logró dispararle al huay chivo una madrugada mientras salía por una ventana de la casa del hacendado.

No conforme con haberle disparado, se le acercó para atraparlo y escuchó los gritos lastimeros de la bestia tirada en el piso, y las súplicas con voz “humana”. Entonces, como tenía un quinqué en la mano, pudo alumbrarlo y darse cuenta que el “huay” tenía una piel medio rara.

Sin el menor miedo, se dispuso a tocarle el rostro para con ello confirmar su sospecha, era una máscara con unos cuernos de chivo. En realidad se trataba de una persona disfrazada, ni más ni menos que el hijo del dueño de una conocida tienda de Motul.

Disfraz para enamorar

Tras las breves investigaciones se descubrió que esa persona era “amante” de una de las hijas casadas del hacendado y se disfrazaba de huay chivo para poder ir a enamorar tranquilamente a la infiel mujer.

En poco tiempo todo el pueblo se enteró de esto. El marido cornudo le puso una fenomenal golpiza a su esposa y de forma misteriosa el “sancho” desapareció del pueblo y no fue visto jamás. Hay quienes dicen que era tanto su miedo que huyó a Chetumal (en donde vivían sus abuelos) o bien que fue asesinado por el papá de la mujer o por el marido y su cuerpo fue tirado en un cenote.

Se hizo tan famosa esta historia a nivel peninsular, que con el paso de los años se le empezó a atribuir este caso a muchos pueblos (he escuchado este mismo caso en Tixkokob, Mérida, Halachó, Tizimin, etc.); pero lo que me llama la atención es que a raíz de esto, mucha gente empezó a suponer que el “huay chivo” no existe y que sólo se trata de bromistas, sanchos o ladrones quienes usan el temor para cometer sus fechorías.

De hecho, hay gente escéptica que cada vez que escucha un caso real de un huay peek, huay coot, huay keken, etc., siempre pone de “escudo” la historia que les acabo de contar asumiendo que todos los casos son falsos. Hasta que no les pase como en el cuento de “Pedrito y el lobo” no lo creerán.

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