Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Desde que era niño he escuchado decenas de relatos sobre la X'tabay, he realizado investigaciones al respecto y entrevistado a personas que afirman incluso haber sido secuestrados por esta misteriosa mujer del Mayab, de la cual se dice que es un espíritu maligno que se aparece para llevarse a los hombres con los que se cruza por los montes.

Lo sorprendente del siguiente caso, es que quien dijo haberse encontrado con la X'tabay es una mujer, lo que es algo absolutamente inusual.

Este caso inicia en la comisaría de Sitpach a mediados de los años sesentas. La protagonista se llama Carmen Tzab, quien en ese entonces era una joven de unos veinte años, quien a diario viajaba caminando a Cholul para llevarle comida a su esposo Tony, quien trabajaba en una hacienda (la que ahora se conoce como la hacienda embrujada de Cholul).

En una ocasión, la hija de Carmen enfermó, y como su marido se encontraba emborrachándose en la hacienda, decidió ir por él para pedirle dinero para las medicinas.

Tras cruzar la carretera federal (lo que hoy es el traficado tramo que va a Tízimín vía Motul), de pronto se dio cuenta de una persona venía detrás, por alguna razón sintió mucho miedo y decidió internarse en el monte para llegar a la hacienda por un atajo.

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Sin embargo, mientras más avanzaba sentía que le temblaban las piernas, como si estuviera cargando algo muy pesado, mientras que la otra persona continuaba tras de ella.

Poco después se dio cuenta que no era un ser de este mundo, ya que sus pies no tocaban el piso, por lo que en ese momento decidió darse la vuelta: era una mujer vestida de blanco, con el cabello y los ojos del mismo color. El extraño ser estaba de pie junto a una ceiba, y en ese instante le dijo a Carmen que se la llevaría en venganza porque su marido había escapado.

Sin entender, la joven le preguntó que quién era ella, a lo que el ser extraño respondió que era la reina Xtabay. Luego Carmen esuchó un grito muy fuerte y se desmayó de la impresión.

Cuando abrió los ojos con los primeros rayos del sol, regresó asustada a su casa, con los brazos, las piernas y la cara arañada, y nunca supo lo que le pasó.