'Esos ojos de paz eran de un santo... y estuvo entre nosotros'

La exgobernadora Dulce María Sauri evoca la presencia de Juan Pablo II en la histórica visita en agosto de 1993.

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La exgobernadora Dulce María Sauri con el Papa Juan Pablo II, en la histórica visita de 1993. (Notimex)
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Agencias
MÉRIDA, Yuc.- "Esos ojos de paz serán reconocidos como los ojos de un santo. Y estuvo entre nosotros", de esta manera la exgobernadora de Yucatán Dulce María Sauri Riancho evoca la presencia de Juan Pablo II en Yucatán durante agosto de 1993.

Según publica Notimex, el primer encuentro oficial de los jefes de estado de México y el Vaticano, tras haber roto relaciones 150 años antes, también forman parte de los recuerdos vivos de la exmandataria, quien vio en el asesinato del cardenal Juan Jesús Posada Ocampo y una alerta sanitaria por cólera, amenazas latentes a la visita del beato a Yucatán.

Dos décadas después, opina que el encuentro de Juan Pablo II con integrantes de las etnias americanas en el convento de Izamal, así como una multitudinaria misa en Mérida: "Forma parte de la memoria colectiva de un gran acontecimiento, que ahora se recordará como el momento que los yucatecos se encontraron con un santo".

"Hubo dos afortunadas coincidencias que hicieron posible la visita de Juan Pablo II a Yucatán. Por una parte, en 1992 se había realizado la reforma al artículo 130 constitucional, que hizo posible el establecimiento de las relaciones entre el Estado Mexicano y el Vaticano después de una ruptura de casi 150 años.

En consecuencia, añade, sería la primera visita del Papa en su doble calidad de jefe del Estado Vaticano y cabeza de la Iglesia católica. Por otro lado, tendría lugar el encuentro iberoamericano sobre la pastoral indígena, a celebrarse en algún país de Iberoamérica. Yucatán reunía una doble condición.

La fuerte presencia del pueblo y la cultura maya incidió para convertir a Yucatán en "un sitio propicio para el análisis y discusión de los temas vinculados a la pastoral de los pueblos originarios del continente".

Invitación personal al pontífice

Sin embargo, la gestiones para tener al Papa en territorio maya iniciaron desde 1990, y fue dos años después, cuando la estadista yucateca -noviembre de 1992- en audiencia privada, le reitera a Juan Pablo II el deseo del pueblo yucateco de que viste la entidad, ello con el aval de entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari.

La confirmación oficial de la visita se dio hasta mediados de mayo de 1993, "me atrevo a decir que alrededor del 20 de ese mes, aunque los preparativos comenzaron desde meses atrás, siempre alentados por una posible respuesta positiva a la invitación que había llevado a Roma".

Sin embargo, un acontecimiento inesperado surgía como un fantasma sobre la noticia: "unos cuantos días después del anuncio oficial de la visita papal ocurrió el asesinato del cardenal Juan José Posadas Ocampo, que estremeció a toda la sociedad mexicana.

"Afortunadamente nada alteró los planes, pero obligó al redoblamiento de todas las medidas de seguridad, ya de por sí complejas en una visita caracterizada por el gran fervor ciudadano, lo que presiona sobremanera al personal responsabilizado de la seguridad papal", señaló.

Brotes de colera

Pero, de igual o de mayor importancia, un asunto le preocupaba a la gobernadora, el tema sanitario y "estaba vinculada a los brotes de cólera que se habían registrado en el estado en el segundo semestre de 1992. En varias partes de México se habían presentado emergencias sanitarias de esta naturaleza".

"Para Yucatán, que se aprestaba a recibir a un gran número de personas, era indispensable asegurar que ningún visitante pudiese ser contagiado y a la vez, que ningún yucateco resultara afectado por algún peregrino infectado", apuntó.

"Varios meses antes de la confirmación oficial de la visita papal comenzamos a trabajar con las autoridades federales de la Secretaría de Salud, encabezada entonces por el doctor Jesús Kumate", estableció.

"El comité constituido para combatir el cólera funcionó eficazmente, ya que para mayo de 1993 se había superado la emergencia sanitaria de meses atrás", dijo.

Preparativos absorbentes

Comentó que la preparación de la visita fue muy absorbente. Todo tenía que salir muy bien. El Palacio de Gobierno de Yucatán fue elegido como sede del histórico encuentro entre los Jefes de Estado del Vaticano y de México.

Sauri Riancho no asistió a las conversaciones privadas entre ellos, pero fue la anfitriona y la responsable de que el cuadro 'Hanal-Pixán', de Fernando Castro Pacheco, las enmarcara, como símbolo del sincretismo religioso entre el mundo maya y el mestizo-castellano que caracteriza a nuestra sociedad.

"Mi responsabilidad era lograr que todo transcurriera adecuadamente, que los fieles y peregrinos católicos se acercaran a su Santidad y que los yucatecos -me atrevo a decir que católicos y no católicos- disfrutaran del honor de la visita, tercera de Juan Pablo II a México".

"Ahora está muy próxima la elevación de Juan Pablo II a los altares. Esos ojos de paz serán reconocidos como los ojos de un santo. Y estuvo entre nosotros", subrayó.

A dos décadas del encuentro entre el Papa Juan Pablo II y el presidente Carlos Salinas de Gortari, afirmó, "las relaciones entre los dos Estados se guarda un clima de respeto y de concordia".

Por parte de México, el reciente nombramiento de Mariano Palacios Alcocer como embajador ante la Santa Sede, garantiza que éste continuará siendo el camino para buscar coincidencias en los grandes temas vinculados a la paz mundial y al bienestar de sus habitantes.

Estado laico

México, puntualizó, es un estado laico, que garantiza de esa manera a todos los mexicanos su libertad de creencias, incluyendo desde luego y en forma significativa, a la población católica, mayoritaria en el país.

A su vez, "la Iglesia católica, como institución temporal, afronta sus propios retos. El reciente ascenso al Papado de Francisco está demostrando su capacidad de remontarlos".

"A 20 años de distancia, la visita de Juan Pablo II quedó grabada en la historia por haber sido la primera vez que en el territorio nacional se recibió al Jefe de Estado Vaticano desde que México es nación independiente, hace más de 200 años", indicó.

Y Yucatán forma parte de la memoria colectiva de un gran acontecimiento, que ahora se recordará como el momento que los yucatecos se encontraron con un santo", señaló.

Santo del que destaca "su sencillez y una mirada límpida, transparente, que transmitía una sensación de paz y serenidad. No buscaba imponer con su presencia y el elevado significado de su responsabilidad", indicó la exgobernadora yucateca.

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