Arte comunista revive en museo búlgaro

Jóvenes y turistas extranjeros de países derechistas se acercan a la exposición "roja" para darle un guiño al pasado.

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Muchos jóvenes se acercan con curiosidad para conocer el pasado comunista de Bulgaria. (Agencias)
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EFE
SOFÍA, Bulgaria.- La misma estética comunista que durante décadas dominó el panorama artístico de Bulgaria, con sus estampas de campesinos felices, sus estrellas rojas y los bustos de Lenin, sobrevive ahora rescatada en un museo público de Sofía.

La directora del Museo de Arte Socialista, Bisera Yosifova, explica que en el museo "se recogen, protegen y muestran obras del período entre 1944 y 1989 desde el punto de vista histórico, (sin) ningún elemento político".

Hace dos años se inauguró la galería de arte comunista como una sucursal de la Galería Nacional de Pintura, de cuyos sótanos la propia Yosifova rescató muchas obras abandonadas.

En el parque que rodea al museo se aprecia una enorme estrella roja de 2,5 metros de diámetro y 1.200 kilos de peso, emulando la que está aún en estos días en el Kremlin ruso.

Esa estrella lució su esplendor hasta 1989 sobre la Casa del Partido Comunista en pleno centro de Sofía, hasta que fue arrancada y trasladada fuera de la ciudad pocos días después de la caída del régimen.

En el parque también descansa un busto del revolucionario Ernesto "Che" Guevara y ocho estatuas de Lenin de diferentes tamaños.

Los carteles y retratos que exhibe este museo son claros ejemplos de la propaganda comunista

Igualmente hay en el parque 79 esculturas de obreros, guerrilleros y líderes comunistas, todas ellas traídas de diferentes partes del país, salvadas de acabar como chatarra de cobre y bronce.

En el interior del museo, el camarada José Stalin, líder de la URSS hasta 1953, domina una de las salas de exposiciones.

Las figuras de Stalin muestran al ex líder soviético en diferentes formas y poses: como un gigante dominador, como un mensajero de la paz, votando en una urna, recibiendo flores de niños o como jefe militar sonriente.

Los carteles y retratos que exhibe este museo son claros ejemplos de la propaganda comunista: escenas de obreros felices o campesinos que sonríen al camarada soviético que les explica cómo mejorar el cultivo del trigo.

Muchas de estas obras contienen mensajes de una pedagogía infantil, destinados, según Yosifova, a que hasta los analfabetos los capten.

"Algunos de los carteles son obras de grandes pintores búlgaros obligados de dar su aporte a este género, a veces ridículo. Algunos creían en esta filosofía, para otros era una fuente de ingresos o una forma de demostrar su fidelidad al Partido", relata Yosifova.

La obras de la exposición no sólo proceden de Bulgaria. Hay carteles polacos, albaneses, húngaros, chinos, norcoreanos y de otros países hermanos en el socialismo.

Una realidad desconocida para los jóvenes

La directora y curadora de arte explica que entre los visitantes a la muestra gráfica destacan los más jóvenes, que no conocieron a la Bulgaria comunista.

"Tienen gran interés en conocer de alguna manera aquel tiempo. Y los de mayor edad llegan para recordar esa época de su vida. Pero la mayoría son extranjeros, que nunca han tenido tal sistema de Gobierno y tienen mucha curiosidad", afirma Yosifova.

El museo trata de contextualizar este arte, dice la directora, para ello le recuerdan al visitante que muchas obras se produjeron en una época determinada, en circunstancias muy distintas a las actuales.

Aunque la apertura del museo levantó en su momento tenues críticas por parte de los partidos de derechas, el asunto no llegó a ser motivo de debate en el Parlamento.

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