Autopista israelí parte en dos un pueblo palestino

Expertos consideran que la construcción de la carretera destruirá el tejido social del lugar.

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Lugar donde la Alcaldía de Jerusalén ha comenzado hace unos meses unas obras para construir una carretera que secciona en dos la población palestina de Beit Safafa. (EFE)
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EFE
BEIT SAFAFA, Jerusalén.- Los vecinos del barrio palestino de Beit Safafa, en Jerusalén Este, miran con impotencia las excavadoras y maquinaria que agujerean la tierra y arramblan con los olivos del centro del pueblo para construir una autopista contra la que han perdido la batalla.

"Esto no tiene vuelta atrás", se lamenta, observando con el ceño fruncido cómo trabajan los bulldozers, Mohamed Yadalah, vecino de la localidad y uno de los activistas contra la carretera para la que, asegura, le han confiscado varios kilómetros cuadrados de sus tierras.

El pueblo está mayoritariamente situado en territorio palestino ocupado, aunque una pequeña parte se encuentra en Jerusalén Oeste (que la comunidad internacional sí reconoce como Israel) y sus 11 mil habitantes son palestinos, parte de ellos con pasaporte israelí.

La construcción de una autopista para conectar varias colonias judías con la parte occidental de la ciudad a través de Beit Safafa ha despertado una considerable polémica, ya que se trata de una de las pocas poblaciones que mantenían todavía un ambiente semi-rural y tranquilo en la zona oriental de Jerusalén.

La presión popular e internacional consiguió que las obras se detuvieran hasta hace cinco meses

El propio jefe negociador palestino, Saeb Erekat, en una inusual visita de un dirigente palestino a Jerusalén Este organizó el pasado marzo una visita a Beit Safafa acompañado de los jefes de las legaciones diplomáticas europeas y latinoamericanas en la ciudad para que vieran con sus propios ojos el daño que causará la autopista al pueblo.

"La autopista destruirá el tejido social: los niños ya no podrán ir al colegio andando, los vecinos no irán a la mezquita los viernes paseando, las familias quedarán divididas a uno y otro lado y hay un enclave con 50 casas que podrían quedar aisladas, sin posibilidad de acceder con coche a su barrio", explicó a Efe Sari Kronish, arquitecta de la ONG israelí Bimkom.

Las tierras fueron expropiadas en los años noventa, trece hectáreas de las 250 que ocupa el pueblo hoy, con un plan que contemplaba una carretera de doce metros de ancho y que ahora se ha convertido en una vía de entre 50 y 180 metros de ancho, con seis carriles y tres kilómetros y medio de largo.

"Desde los noventa estamos luchando contra esto. En 1995 llegaron operarios israelíes y empezaron a derribar olivos, almendros, vides y otros árboles, algunos de los olivos de 4 mil años. Esto era un oasis, pero lo convirtieron en un estercolero", asegura Yadalah.

Presiones

La presión popular e internacional consiguió que las obras se detuvieran hasta hace cinco meses, cuando llegaron de nuevo las excavadoras y abrieron ya un inmenso cauce para la autopista en el centro del tranquilo pueblo.

Kronish explica que Beit Safafa no es un caso más de vecinos que no quieren que una carretera pase por sus tierras, por varios motivos, el primero el hecho de que la vía está construida en territorio ocupado por Israel y no tenga como objeto prestar servicio a la población ocupada sino a los colonos judíos que viven en los asentamientos alrededor de Hebrón y Belén.

"Conectará la carretera 60 y las colonias de Modin Ilit y Givat Zeev con el bloque de asentamientos de Gush Etzion. Es probable que el proyecto forme parte del intento de fortalecer el denominado 'gran Jerusalén', que suma las colonias del norte y el sur, como satélites de la ciudad", considera la arquitecta.

Otro problema es que no se ha aprobado un plan urbanístico detallado, como debería haberse hecho, por lo que los vecinos no han podido ni presentar objeciones al trazado ni pedir compensación por la pérdida de valor de sus tierras.

Un poco antes de Beit Safafa, los residentes el barrio judío de Golomb sí han contado con un plan detallado, por lo que presentaron objeciones y lograron cambios en el recorrido.

"Lo primero que habría que preguntarse es si la carretera es necesaria, porque es un plan de hace 30 años y quizás ahora haya otras posibilidades, como poner un tranvía. En el caso de que sea imprescindible, la carretera debe ir soterrada a su paso por una población así. Si fuese un barrio judío, no habría discusión y se haría un túnel", asegura Kronish.

Por su parte, la Municipalidad de Jerusalén argumenta que la vía "es una carretera importante que cruzará Jerusalén sin un solo semáforo" y asegura que "los residentes de Beit Safafa se beneficiarán de ella y podrán incorporarse fácil y convenientemente".

Ribhe Muaf, mira las obras desde su balcón, a doscientos metros de la verja repleta de pintadas como "No a la judaización", "Fuera las colonias" o "La Municipalidad (de Jerusalén) es criminal".

Pueblo cortado

"La carretera cortará el pueblo. Pasa por delante de mi puerta pero no podré ni entrar ni cruzarla. Es solo para los colonos. ¿En qué cabeza cabe?. Voy a tener que ir a la India para visitar a mi hermano que vive a dos manzanas. ¿Cómo voy a ir a verle?, ¿en helicóptero?", se pregunta.

A este vecino le amarga también saber que va a tener un muro delante, que las autoridades defienden como medida contra la contaminación acústica, pero que en Palestina recuerda a otros muros que dividen y encierran a la población.

"El muro sigue la misma idea de otros, la política de Israel de hacer creer que detrás del muro no hay nadie", afirma Yadalah.

Otro vecino, Husain Idin, empleado de una pizzería, está también convencido de que el proyecto es más político que logístico y tiene el fin de "controlar todo Jerusalén y cambiar su demografía, convertirla en una ciudad exclusivamente judía".

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