Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco autorizó incluir la invocación a San José en la plegaria eucarística que se reza en la misa, con el primer decreto litúrgico de su pontificado cuyo contenido dio a conocer este día El Vaticano, según publica Notimex.

El texto, fechado el 1 de mayo y firmado por el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, estableció la inclusión del nombre del padre de Jesús en el misal romano.

"En la Iglesia católica los fieles han manifestado siempre una devoción ininterrumpida a San José y han honrado solemne y constantemente la memoria del esposo castísimo de la Madre de Dios y Patrón celeste de toda la Iglesia", indicó.

"Benedicto XVI acogió con benevolencia y aprobó los devotos deseos que llegaron por escrito procedentes de múltiples lugares, y que ahora ha confirmado Francisco", añadió.

Con esta introducción, al momento de la plegaria eucarística los sacerdotes pronunciarán la oración que sigue: "con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo San José, los apóstoles...".

Esa congregación del Vaticano estableció, también en el decreto, que se ocupará de las traducciones en las lenguas occidentales de mayor difusión la nueva frase, para que se incluya en el uso común.

La misa en latín

En otros cambios a la liturgia de la misa, en noviembre del año pasado, el Papa Benedicto XVI emitió un decreto que crea una nueva academia pontificia para el estudio del latín.

El objetivo era elevar interés en el idioma oficial de la Iglesia católica que está en desuso en el mundo.

Ya en 2007, el Pontífice había aligerado las restricciones para celebrar la antigua misa en latín, una medida que, según sus partidarios, aumentó el interés en el latín y en la liturgia en ese idioma.

El dato

• La misa dejó de celebrarse en latín después de que el Concilio Vaticano Segundo, celebrado entre 1962 y 1965, ordenó la introducción gradual de misas en idiomas locales.
• Ese y otros cambios introducidos por el Concilio, como el diálogo con religiones no cristianas, no fueron aceptados por muchos católicos tradicionalistas.