Belén, la 'Venecia' de la jungla de Perú

Para que la viviendas no se inunden cuando el río ITaya se desborda, se construyen tres metros por encima del suelo, sostenidas por postes, de madera de la jungla.

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Embarcaciones amarradas a casas en una tarde lluviosa een el barrio de Belén en Iquitos, Perú. (Agencias)
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Agencias
BELÉN, Perú.- Las canoas reemplazan a las mototaxis. Las canchitas de fútbol se convierten en piscinas donde nadan los niños. Cuando empieza la temporada de lluvias, esta localidad amazónica peruana se transforma en la "Venecia de la Jungla".

De enero a junio, el agua desbordada de un afluente del Amazonas inunda la comunidad selvática de Belén, que forma parte de la ciudad de Iquitos.

Las crecidas cambian de forma drástica la vida de las 16 mil personas que se cree viven allí. Hay agua por todas partes, y se puede pescar dentro de algunas casas a través de un agujero en el suelo.


Darío Tamani, de 10 años, pesca dentro de su casa, inundada por la subida del río, en el barrio de Belén.

Esta "Venecia amazónica" atrae muchos turistas, que llegan en bote durante la estación de lluvias, pero la comunidad es mucho menos pintoresca para los que viven allí.

Para que sus casas no se inunden cuando el río Itaya se sale de su cauce, la gente las construye a tres metros de altura sobre el suelo, sostenidas por postes de madera extraídos de la jungla, según publica The Associated Press.

Las madres vigilan de cerca a los pequeños que aprenden a andar para asegurarse de que no se caen al agua, y aun así, la prensa local informa de vez en cuando de algún niño ahogado. Los escolares van a clase en pequeños botes.

La comunidad sufre varios problemas. Según estadísticas oficiales, el 40 por cienrto de los niños en Belén padecen de malnutrición y el 66 por ciento de la población es pobre. 

El Ministerio peruano de Salud señala que los vecinos suelen sufrir problemas respiratorios, así como enfermedades diarreicas provocadas por la defecación de animales y personas demasiado cerca del río.

Muchos vecinos trabajan en un mercado en una zona vecina que nunca se inunda, vendiendo sábalos y otros pescados que atrapan en el río.


Un hombre descarga plátanos de un barco para vender en el mercado de Belén.

La vida aquí cambia de julio a diciembre, cuando el río Itaya se retira a su nivel más bajo. El calor del verano seca las calles y la basura que flotaba en el agua se acumula en pilas que atraen a las ratas.

El gobierno ha ofrecido invertir 58 millones de dólares para reubicar a los vecinos a una zona de tierra a 20 kilómetros (12 millas) de distancia. Aunque la mitad de los residentes apoya la idea, los demás dicen que el lugar propuesto está demasiado lejos del mercado donde trabajan.

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