Bolivianos usan motos para acorralar a rebaño de vicuña

Indígenas aymaras revolucionan la tradicional labor de "bajarle la lana" a los camélidos más salvajes de Los Andes bolivianos.

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En Bolivia hay más de 115 mil vicuñas. (Agencias)
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Agencias
UCHA UCHA, Bolivia.- El más pequeño de los camélidos sudamericanos, la vicuña salvaje, habita en las altas montañas de Los Andes bolivianos, donde hasta hace poco los indígenas armaban gigantes cordones humanos para rodear al animal. Ahora lo hacen a bordo de motos de fabricación china, las más baratas que se venden en el país, y que son ideales para esta faena en los paisajes planos de la llanura boliviana.

Antiguamente los indígenas bolivianos tenían que reunir a mucha gente para acorralar al rebaño, pero con la moto se les facilitó la tarea.

"Antes esquilábamos cada año, ahora cada dos porque la fibra es pequeña", dice Gregorio Blanco, líder de los esquiladores.

Blanco, citado por la agencia AP, comenta que las ganancias provenientes de la vicuña se la reparten "los miembros de la comunidad y es de una gran ayuda porque en estas alturas (la tierra) no produce nada".

Ahora, con ayuda de la moto de fabricación asiática, los trabajadores hacen en cuatro jornadas la esquila de hasta 500 vicuñas.

En el mercado un kilo de fibra sin procesar puede costar entre 300 y 500 dólares. Estrellas de cine como Daniel Craig y multimillonarios como Donald Trump, suelen lucir trajes con ese hilo, por su finura, rareza y suavidad.

Desafortunadamente el aprovechamiento de la fibra no ha hecho ricos a los indígenas, pero les permite obtener un ingreso anual equivalente a unos 300 dólares a cada familia, lo que equivale a dos meses del salario mínimo boliviano.

A diferencia de la llama o la alpaca, la vicuña es un animal silvestre que no ha sido domesticada por los indígenas aymaras. Este animal es asustadizo y muere cuando se le encierra durante muchas horas.

Ofrendas de vicuña

Los nativos realizan una ofrenda a la Pachamama (Madre Tierra) para pedir por una buena cosecha. Pero este ritual también marca el inicio de la maquila que comienza en octubre.

La esquila se realiza en medio de un sol intenso que cae sobre el rostro cuarteado de los indígenas. Los motociclistas arrean el rebaño hasta un inmenso cerco armado con redes y palos en la planicie donde las vicuñas quedarán atrapadas por cinco horas.

En corrales más pequeños, dos hombres tumban al animal y lo sostienen mientras un tercero corta su lana con la mano diestra. Si tienen suerte, acumularán hasta 40 kilos de fibra por día de hasta cuatro centímetros.

Cuando obtengan lo que quieren, los hombres soltarán a los animales para que regresen a la naturaleza y repongan la lana perdida.

La esquila también permite a los indígenas censar el hato y aplicarles medicamentos antiparásitos a los animales. Durante al año, los nativos hacen rondas contra cazadores furtivos que desde hace décadas diezman a estos animales, cuya caza está prohibida.

Bolivia tiene más de 115.000 vicuñas. El año pasado exportó 373.000 kilos de fibra por un valor de 2,9 millones de dólares, casi tres veces más que en 2009, a países como Alemania e Italia, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior.

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