Quería tener un reino y lo construyó de arena
Desde hace 22 años, el 'rey Marcio' vive en la playa de Barra da Tijuca, con apoyo de turistas.
Agencia
CIUDAD DE MÉXICO.- De pequeños muchos sueñan con tener su propio reino, vivir en un castillo y no tener que preocuparse por nada, pero con el paso del tiempo, estos sueños se ven truncados o cambian por otros más reales, de entre todos esos sueños, un brasileño cumplió su sueño y con sus manos construyó su propio castillo de arena.
De acuerdo al portal Expreso, mientras miles de turistas y amantes de las playas suelen gastar enormes sumas de dinero para pasar tiempo en la costa y disfrutar de una buena vista al mar, Marcio Mizael Matolias hace 22 años que vive en la paradisíaca playa de Barra da Tijuca en Río de Janeiro (Brasil) y no paga ni un centavo en rentas.
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El hombre se dedica a mantener su enorme castillo de arena, jugar al golf de playa, pescar y leer libros, según recoge Daily Mail.
Más conocido como ‘el rey de la playa’, este escultor aficionado se gana la vida posando junto a los visitantes, luciendo una corona y un cetro monárquico y con su majestuoso castillo, creado con sus propias manos, de fondo.
Sus quehaceres diarios incluyen retocar los detalles y acabados de su fortaleza de arena, así como regarla con frecuencia para evitar que su obra, devenida en una verdadera atracción turística, pierda su forma y se derrumbe.
Con su corona de rey en la cabeza, Marcio Mizael Matolias, desde hace 22 años, vive en un castillo de arena en la playa de Rio de Janeiro. https://t.co/a3hyxybaQd #ListinDiario pic.twitter.com/sbTT337fwW
— Listín Diario (@listindiario) 20 de enero de 2018
Su vivienda, adyacente al castillo, cuenta con apenas 3 metros cuadrados. Pero ese espacio es más que suficiente para acoger la biblioteca personal de Matolias.
“Me críe en la Bahía de Guanabara y siempre he vivido en la playa”, por lo cual “no debo pagar ningún tipo de cuentas y tengo una buena vida”, declaró ‘el rey de la playa’ y confesó que no puede imaginarse otro estilo de vida.
La única desventaja es que “la arena retiene todo el calor”, de modo que a veces “no puedo dormir aquí dentro por la noche y me voy a la casa de un amigo”, pero así y todo “prefiero estar aquí aun si debo acostarme cerca del mar”, resume Matolias.