Charlie Hebdo desata debate sobre límites de libertad de prensa

Algunos medios de EU han evitado publicar las caricaturas del semanario francés, ya que las consideran ofensivas.

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Un vendedor de periódicos instala ejemplares de Charlie Hebdo en un estante en un quiosco en Niza, el sureste de Francia. (Agencias)
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Agencias
NUEVA YORK, EU.- El atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo ha desatado un intenso debate en Estados Unidos sobre cuáles deben ser los límites de la libertad de expresión y sobre cuándo ésta se convierte en una ofensa impublicable.

El debate comenzó tras el ataque a Charlie Hebdo, que causó la muerte de 12 personas como una represalia por lo que los agresores consideraron ofensas contra el Islam, y cuando varios medios de Estados Unidos evitaron publicar las caricaturas consideradas ofensivas.

El diario The New York Times fue uno de los medios que declinó publicar las caricaturas del profeta Mahoma, que de acuerdo con algunas interpretaciones del Islam no debe ser representado, e incluso declinó reproducir la portada del semanario publicada este miércoles y en el que se lee “Todo está perdonado”.

La decisión fue tomada por el director editorial del diario, Dean Baquet, pese a que la defensora del lector del Times, Margaret Sullivan, expresara que la portada nueva de Charlie Hebdo era una parte importante de la historia que ha conmocionado al mundo en los días recientes.

Otros medios que no habían publicado caricaturas previas de Charlie Hebdo, como The Wall Street Journal y The Washington Post, decidieron en esta ocasión publicar la portada de este miércoles del semanario.

Para otros medios, como BuzzFeed, la decisión de no publicar es simplemente autocensura.

EU debate sobre cuáles deben ser los límites de la libertad de expresión y sobre cuándo ésta se convierte en una ofensa impublicable

Para otros comentaristas, la cuestión es más compleja. En un texto publicado en el Times, el escritor Saladin Ahmed consideró que hay límites permanentes a la libertad de expresión, que son observados mayoritariamente, como las burlas sobre los atentados de 2001 en Estados Unidos.

Sobre Charlie Hebdo, Ahmed observó que “en un mundo desigual, la sátira que se burla de todos por igual termina sirviendo a los poderosos. Y en un contexto de brutal desigualdad, vale la pena por lo menos preguntarse a qué heridas previas estamos añadiendo insultos”.

Para la ilustradora Andrea Arroyo y el caricaturista Feggo, artistas mexicanos radicados en Nueva York desde hace más de una década, el caso de Charlie Hebdo, a cuyos caricaturistas conocieron personalmente, sí merece una reflexión sobre la libertad de expresión y sobre sus límites.

Este debate debe incidir sobre “cuestiones de inmigración, y sobre la integración de un cierto grupo a la sociedad, un fenómeno que a veces causa cierto resentimiento en Estados Unidos”, dijo Feggo, colaborador de la revista The New Yorker, entre otras.

El caricaturista, cuya obra ha sido expuesta en docenas de muestras en Nueva York, explicó que muchos comentaristas en Estados Unidos ahora evitan el uso de estereotipos para representar, por ejemplo, a los mexicanos, pero que aún mucha gente no entiende cómo esos modelos son una ofensa.

“Pienso que este debate sensibilizará a mucha más gente sobre otras comunidades, pero al mismo tiempo habrá un grupo de personas que querrá provocar más. Estamos en un periodo incierto en esta discusión, y será interesante ver qué pasará”, aseguró.

Para Andrea Arroyo, cuyo trabajo está en colecciones del Museo Nacional de Historia Americana y del Museo Nacional de Arte Mexicano, entre otros, algunas caricaturas de Charlie Hebdo están en la orilla de lo que ella considera ético en una obra.

“Yo me he ofendido como feminista y como mujer con algunas de las piezas que han publicado en Charlie Hebdo, en que usan el cuerpo femenino como un oportunidad para hacer referencias sexuales, a veces de manera violenta y agresiva”, apuntó.

Propuso que el debate de la libertad de expresión no debe limitarse sólo a garantizar que la gente diga lo que sea, sino también a analizar las raíces de los prejuicios, el racismo y la discriminación, que originan representaciones ofensivas de las minorías.

“Cuando ahondamos nuestros cuestionamientos a los estereotipos racistas no nos estamos imponiendo límites, ni censurándonos como artistas. Al contrario, eso nos exige un esfuerzo para ir más allá y para considerar al prójimo igual que a nosotros mismos”, enfatizó Arroyo.

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