Covid: Cubrebocas y tradiciones lograron “el modelo japonés” de éxito
A mediados de diciembre, Japón había reportado 138 casos por 100 mil habitantes, uno de los más bajos.
Tokio.- La pandemia de COVID-19 llegó por barco a Japón en febrero, un presagio para un mundo que aún no captaba el sentido del desastre que se avecinaba.
El virus corrió a lo largo de un crucero de lujo llamado Diamond Princess después de que regresó a su puerto de origen cerca de Tokio. Se impuso una cuarentena de 14 días a los pasajeros, algunos de los cuales se quejaron de que estaban recluidos en “una prisión flotante”. De las 3,711 personas a bordo, 712 resultaron infectadas y 12 fallecieron.
Aunque los funcionarios japoneses fueron acusados del mal manejo del barco, el país ha sorteado la pandemia bien: ha evitado los peligrosos incrementos vistos en Estados Unidos y Europa hasta ahora. A mediados de diciembre, Japón había reportado 138 casos por 100,000 habitantes.
A pesar de ello, los casos diarios superan los 2,500, lo cual renueva los temores de que las cosas van a empeorar.
Los expertos dicen que el uso generalizado de cubrebocas ha sido la clave para reducir el número de casos en Japón. El país tiene algunas otras ventajas: las personas se inclinan ante otros para saludarse en lugar de intercambiar apretones de manos o besos, y se quitan los zapatos en casa. Además, los servicios de salud públicos son accesibles para la gente.
Las autoridades han instalado un sistema robusto para el rastreo de infecciones, y el público ha escuchado las llamadas para evitar las “tres C”: distancia cercana, espacio cerrado y conversación cercana.
“Cena tranquila con cubrebocas”, dice la Oficina del Gabinete en su sitio web; una caricatura muestra a cuatro personas —la cantidad máxima recomendada para reunirse— que cenan con tapabocas.
Otra clave: Japón ha mantenido sus fronteras cerradas a unos 150 países desde marzo, y sólo recientemente suavizó las reglas para los viajes de negocios entre algunos de los países asiáticos con menos infecciones, incluidos Vietnam, Corea del Sur y Singapur.
Bajo un estado de emergencia de siete semanas hasta fines de mayo, Japón presionó a sus ciudadanos a quedarse en casa y mantener la distancia social, y pidió a las empresas que permanecieran cerradas, aunque nunca hubo una cuarentena estricta. Muchas personas desafiaron estas llamadas y se transportaron en trenes abarrotados y cenaron en restaurantes que permanecieron abiertos.
Los pacientes, muchos de ellos de edad avanzada, llenaron las camas de los hospitales y los sistemas médicos estuvieron cerca del colapso ante una grave escasez de equipo de protección, pero las infecciones se estabilizaron en mayo y el ex primer ministro Shinzo Abe lo llamó orgullosamente “el modelo japonés” de éxito.