Desaparecidos, cuenta pendiente de la guerra civil en Guatemala

Durante el conflicto hubo 45 mil desaparecidos, de los cuales se cree que la mayoría murieron a manos de soldados y paramilitares.

|
Un joven pega fotos de desaparecidos durante la guerra civil de Guatemala en un muro del Congreso. (Agencias)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Agencias
GUATEMALA .- Las sombras de la tarde van cayendo sobre los viejos edificios descascarados estilo art decó o de arquitectura colonial del centro histórico de la capital guatemalteca y entre las pocas personas que quedan en las calles asoman ocho jóvenes que pegan retratos de los 45 mil desaparecidos que dejaron 36 años de guerra civil en el país.

En una mano llevan cubos de pegamento y en la otra cientos de retratos de personas desaparecidas hechos de fotocopias de papel con sus fotografías. Mojan una pared grisácea por el humo de los automóviles, pegan la imagen y le pasan otra mano de pegante.

Al lado de imágenes como la de una mujer indígena o la de un hombre con las solapas amplias a la moda entre los estudiantes de la década de los 80 pintan grafitos que dicen "ni amnistía, ni perdón", en tinta roja y blanca, en alusión a la posibilidad de que se promulgue una amnistía a los criminales de guerra. Se demoran menos de cinco minutos para no ser arrestados por la policía, según explican a The Associated Press.

Se cree que casi todos los desaparecidos murieron a manos de soldados y paramilitares en su guerra contra un movimiento guerrillero marxista, después de haber sido violados, torturados y enterrados en fosas comunes, zanjas o pozos. Según testimonios e historias de las víctimas, muchos fueron arrojados desde helicópteros al mar o al interior de cráteres volcánicos.

En total, al menos 200 mil personas murieron durante la guerra, según las Naciones Unidas.

Los pasados cinco gobiernos de derecha han resistido la presión local e internacional para poner en marcha una operación a gran escala que encuentre e identifique a los desaparecidos y como consecuencia de ello poco más de mil de ellos han sido encontrados en todo este tiempo.

Muchas personas acusadas de haber participado en las matanzas siguen desempeñando papeles prominentes en Guatemala y en la elite del país abundan figuras que apoyaron los gobiernos militares durante la guerra. La Fiscal General de la Nación ha procesado a varios militares de alto rango por los crímenes cometidos en la guerra. Pero la condena a 80 años de prisión por genocidio que se le impuso al dictador Efraín Ríos Montt fue anulada por un alto tribunal.

La ciudadanía sigue exigiendo al gobierno de Guatemala que busque a las personas que no se han encontrado

Mario Polanco, del Grupo de Apoyo Mutuo, GAM, una organización que apoya a víctimas de la guerra, dijo que la organización ha presentado 40 solicitudes de averiguaciones especiales a la Corte Suprema de Justicia para que se investigue dónde están 120 desaparecidos.

"Han sido respuesta afirmativas, sí han ordenado las investigaciones pero no hemos encontrado ni un solo desparecido", dijo Polanco. Explicó que lo que sí han logrado es la condena a nueve personas por la desaparición de 10 y la detención de dos personas aún pendientes de juicio, por la desaparición de otras tres personas.

Funcionarios del gobierno de Guatemala no respondieron a solicitudes de entrevista sobre el tema.

El abogado constitucionalista Alejandro Balsells explica que este es un tema de Estado, que aún debe responder, y que es un delito que jurídicamente no tiene prescripción.

"Esto fue una canallada, una práctica de estado permanente, un delito que no puede prescribir. La desaparición es un crimen de estado con efectos permanentes que debe resolverse", dijo Balsells.

Un pequeño grupo de guatemaltecos lanzó una modesta iniciativa para llamar la atención sobre lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos y otros grupos comprometidos con esa causa describen como una deplorable inacción oficial de uno de peores casos de violación de derechos humanos del siglo XX.

Hace un mes, alrededor de veinte familiares de desaparecidos iniciaron sus incursiones nocturnas para pegar decenas de miles de fotos de los desaparecidos, en su mayoría tomadas de retratos copiados de sus pasaportes y otros documentos oficiales. Y una familia ha puesto las fotos de varios desaparecidos en una exhibición de un museo que funciona en el garaje del hogar desde hace un año.

Paulo Estrada es uno de esos jóvenes que empapela la ciudad. Tenía un año y veinte días cuando su papá desapareció. No recuerda nada de él. "Ni siquiera lo conocí, pero sí quiero saber dónde está y qué le hicieron", dice con el rostro muy serio.

Es hijo de Otto René Estrada, estudiante universitario desaparecido el 15 de mayo de 1984. En 1999 un documento oficial, conocido como el diario militar, fue filtrado a organismos de derechos humanos. Allí aparecen fichas o registros de 183 personas, militantes guerrilleros, incluido el padre de Estrada. El diario decía que había muerto, en un código militar descifrado, pero no se ha podido descubrir dónde dejaron su cadáver.

Eduardo Hernández es otro de los jóvenes que participa en lo que ellos llaman "la empapelada de los desaparecidos". Dice que tuvo "la suerte" de encontrar a su madre, abuela y dos tíos. "Se los llevaron hombres fuertemente armados vestidos de civil. Los encontré, todos fueron asesinados, pero los encontramos", señala. Los secuestraron el 29 de noviembre de 1984 en un municipio cercano a la capital. Hernández no puede evitar que sus ojos se llenen de lágrimas al recordar cuando vio los cuerpos torturados y con el tiro de gracia.

Aseguró que sus familiares no pertenecían al movimiento guerrillero.

Hernández y Estrada pertenecen a la organización "Hijos" formada hace unos 15 años por familiares y amigos de desaparecidos, que dicen haber puesto unos 5 mil nuevos retratos en el casco urbano de ciudad de Guatemala.

Algunos activistas dicen que se debe presionar al Estado a buscar los desaparecidos. Otros creen que sus esfuerzos no producirán una acción inmediata en un gobierno dirigido por un ex general, Otto Pérez Molina.

Hernández dice que lo que ellos quieren es "contar una historia que es negada. Este tipo de actividades nos ha servido como terapia. La gente se para y nos pregunta quienes son (los de las fotos). Básicamente les contamos nuestra historia, los mayores saben pero los jóvenes preguntan por qué se los llevaron, quién se los llevó, por qué había guerra. Es nuestra forma de ir sanando el dolor que persiste por la ausencia de nuestros seres queridos".

El psicólogo Marco Antonio Garavito de la liga de Higiene Mental, también argumenta que el tema de los desaparecidos es un asunto pendiente que persigue a las familias y que no deja que se avance como país.

"Uno de los delitos y traumas más complicados que puede vivir un ser humano es la desaparición, porque es saber que están y no están, es un duelo congelado", explicó Garavito.

A un kilómetro y medio del corazón de centro histórico, los familiares de desaparecidos y muertos fundaron y financian en su totalidad el Museo de los Mártires y del Movimiento Sindical, Estudiantil y Popular de Guatemala. Fue creado con muy pocos medios, en un garaje de unos diez metros de largo por seis de ancho, de cuatro pequeñas habitaciones.

En el único monumento de Guatemala dedicado a los desaparecidos, donde están expuestos los restos óseos de Amancio Villatoro, uno de los primeros desaparecidos que fueron encontrados e identificados. Sus restos reposan en forma horizontal sobre una manta roja en una urna de cristal en una pequeña habitación de unos tres por tres metros. El lugar también tiene fotografías con su familia.

En la cabecera hay en una urna en la que reposa un pantalón blanco, en su época un bluyín, la prenda de vestir que fue clave en su identificación. "El mismo pantalón con el que se fue el último día", dice su hijo Samuel Villatoro.

Amancio Villatoro era ingeniero industrial, sindicalista y último líder de la Central Nacional de Trabajadores y miembro de la fracción guerrillera del Partido Guatemalteco del Trabajo. Fue secuestrado el 30 de enero de 1984 por hombres vestidos de civil y sus restos fueron localizados en un destacamento militar rural, 27 años después. Su ficha también apareció en el diario militar.

De los 183 registros que ahí aparecen, 143 siguen desaparecidos. "Los restos de cinco de ellos fueron encontrados y entregados a sus familiares, tres más murieron al momento del secuestro, dos escaparon vivos y del resto no se sabe que pasó, se presume que habrían sido liberados", explicó Samuel Villatoro, hijo de Amancio Villatoro y director del museo.

En noviembre de 2012, la Corte Interamericana condenó a Guatemala por la desaparición de 26 personas que estaban registradas en el diario militar. El gobierno no ha cumplido con la sentencia, que ordena la rápida búsqueda de los desaparecidos y la construcción de un parque o plaza en la memoria de ellos, donde las familias pudieran reunirse a recordar a sus seres queridos.

Lo más leído

skeleton





skeleton