Dictadores sudamericanos, hermanados contra la 'subversión'

Jorge Videla y Ernesto Geisel estrecharon relaciones en la búsqueda de 'grandes soluciones' para combatir a la resistencia.

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El extinto exdictador Videla durante el juicio donde se le declaró culpable por crímenes de lesa humanidad. (Archivo/Agencias)
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Agencias
BUENOS AIRES, Argentina.- Los exdictadores de Argentina y Brasil, Jorge Rafael Videla y Ernesto Geisel, mantuvieron una correspondencia de la que se deriva una "fraterna" colaboración entre ambos países que incluía acciones secretas "contra la subversión".

En una carta fechada el 15 de diciembre de 1976 publicada por el diario 'Página/12', Geisel dice a Videla: "Hay que seguir el camino de la más amplia colaboración", según cita la agencia RT.

"Brasil, fiel a su historia y a su destino irrenunciablemente americanista, está seguro de que nuestras relaciones deben basarse en una afectuosa comprensión [...] y en el permanente entendimiento fraterno", continúa la misiva.

Con esta carta, Geisel responde a otra que le remitió Videla el 12 de diciembre en la que el fallecido exdictador argentino asegura que "la perdurable comunidad de destino americano nos señala hoy, más que nunca, el camino de las realizaciones compartidas y la búsqueda de las grandes soluciones".  

Jorge Rafael Videla encabezaba la cacería de opositores brasileños ocultos en Argentina

El periodista Darío Pignotti, que firma la información, recuerda que nueve días antes de fecharse esta misiva falleció en su exilio, en la provincia de Corrientes, el expresidente brasileño, Joao Goulart, derrocado en 1964 y espiado durante años en Argentina, Uruguay y Francia, donde se sometía a consultas médicas.

Debido a que sus restos fueron enterrados sin autopsia, se sospecha que pudo haber sido envenenado en el marco del denominado 'Plan Cóndor', coordinado por las dictaduras del Cono Sur americano, en el que Videla era uno de los principales imputados.

A juicio de Pignotti, "este intercambio epistolar enmarcado en la diplomacia presidencial de Geisel y Videla puede ser leído como un contrapunto de mensajes cifrados sobre los avances del terrorismo binacional en el combate a la resistencia brasileña o argentina".

En diciembre de 1976, nueve meses después del derrocamiento del gobierno civil -explica el periodista-, la tiranía argentina demostraba que existía una complementación en las acciones secretas "contra la subversión".

Así, poco después del derrocamiento de la presidenta argentina, Isabel Martínez de Perón, el entonces canciller brasileño y antes embajador en Buenos Aires, Francisco Azeredo da Silveira, recomendó cerrar las fronteras para colaborar con Videla e impedir la fuga de guerrilleros y militantes argentinos, mientras Videla encabezaba la cacería de opositores brasileños, explica Pignotti.

Asimismo, se revela que la dictadura brasileña bajo el gobierno del presidente de facto Emilio Garrastazú Médici creó en 1972 la Escuela Nacional de Informaciones (Esni) o centro de formación de represores similar a la Escuela de las Américas, que Estados Unidos montó en su base en Panamá. Allí se impartieron cursos de formación para la represión ilegal de la oposición política, según documentos revelados por el diario brasileño 'O Globo'.

"Por estas escuelas de represión pasaron los que hoy están acusados de ser torturadores. En las clases los represores aprendían a disfrazarse, a penetrar en residencias sin dejar vestigios y pensar como guerrilleros leyendo estrategia del Che Guevara y de Mao Tse Tung", escribe el diario.

Según la publicación, la ESNI ofreció 83 cursos durante sus 17 años de actividad, algunos de los cuales se llamaban "Interrogatorio" o "Vigilancia" y cuyo objetivo era formar cuadros para los diferentes niveles de la red represora. Este caso trasciende en el marco de la investigación de la Comisión de la Verdad iniciada por la presidenta Dilma Rousseff, ex guerrillera, que estuvo presa política y fue torturada por la dictadura.

La Comisión de la Verdad no descarta que su informe final, que será entregado en mayo de 2014, pueda contribuir a que se derogue la Ley de Amnistía sancionada en 1979 por el último presidente de facto, el general Joao Baptista de Figueiredo. Esta ley impide la apertura de procesos contra los responsables de violaciones de los derechos humanos.

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