Dulce final tras 'secuestro' de una galleta gigante

La pieza de 20 kilos de la empresa Bahlsen apareció colgada en una estatua después de seis meses; investigan quién cometió el delito.

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La galleta dorada robada, emblema de la empresa Bahlsen, apareció colgada del cuello de una estatua ecuestre en Hanover. (EFE)
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EFE
BERLÍN, Alemania.- El rocambolesco (extraordinario e inverosímil) secuestro de la galleta dorada gigante que ondeaba sobre el horno familiar Bahlsen de Hannover (Alemania), reivindicado por "Triky", el monstruo de las galletas de Plaza Sésamo, tuvo este jueves un final feliz aunque sin respuestas.

Seis meses después de que el emblema de la fábrica galletera desapareciese una noche sin dejar rastro, los 20 kilos de dulce regresaron a su lugar de origen, el ornamentado pendón a hombros de dos forzudos metálicos sobre el portón del edificio de 1911 de su sede central.

Bahlsen organizó esta mañana un pequeño acto para restaurar la galleta -convertida ya en icono mediático en Alemania- y tratar de pasar página cuanto antes, pese a que el misterioso secuestro sigue sin haberse resuelto.

"El Monstruo de las Galletas nos robó algo y nosotros lo hemos recibido de vuelta. El asunto está, para nosotros, cerrado", zanjó Werner Bahlsen, presidente de la empresa y descendiente de los fundadores.

Atrás queda, o eso espera la dirección de esta conocida empresa familiar alemana, la estrambótica pesadilla de la desaparición de la galleta, la petición de rescate de "Triky" por carta y su posterior hallazgo, colgada del cuello de la estatua de un caballo rampante.

"Estamos muy contentos de que hoy vuelva a colgarse el original", agregó Bahlsen, responsable de una empresa fundada en 1889 y que factura más de 500 millones al año con la venta de galletas en 80 países.

Amarga sorpresa 

Su particular tragedia, con hilarantes visos cómicos, comenzó el pasado 21 de enero, cuando a primera hora de la mañana los empleados de administración de la central descubrieron, al llegar a trabajar, que la galleta gigante situada sobre la puerta desde hacía más de un siglo había sido robada.

La dirección se puso rápidamente en contacto con la policía de Hannover y ofreció a través de los medios de comunicación una recompensa de 1,000 euros para quien diese con el paradero del emblema que representa su galleta más célebre, la Leibniz rectangular ribeteada con 52 dientes.

Carta

Pocos días después, llegó al rotativo local "Hannoversche Allgemeine Zeitung" una carta redactada con recortes de titulares de periódico en la que los supuestos secuestradores del gigantesco dulce planteaban sus exigencias.

Los ladrones se comprometían a devolver el emblema de Bahlsen a cambio de un donativo en especie al hospital infantil de Hannover y de que la recompensa ofrecida fuese a un refugio local para animales abandonados.

La misiva iba acompañada por una fotografía en la que se veía a una persona disfrazada de "Triky", el Monstruo de las Galletas, que sostenía entre sus manos el objeto robado y con el gesto inequívoco de darle un mordisco.

Dulce altruismo

El patriarca de la empresa accedió entonces a entregar 52,000 paquetes de galletas a 52 instituciones benéficas para satisfacer las exigencias de los secuestradores y éstos se mostraron satisfechos.

Al día siguiente llegó al periódico local otro anónimo en el que anunciaron su disposición a devolver la galleta, aunque sin detallar cómo.

"Como el Werni (en alusión a Werner Bahlsen, presidente de la empresa) quiere tanto como yo a la galleta y ahora está llorando todo el rato y echa de menos horrores a la galleta, la voy a devolver", decía el mensaje.

El rectángulo dorado apareció el 5 de febrero colgado del cuello de una estatua ecuestre que simboliza el escudo del "Land" de Baja Sajonia, ante la Universidad de Hannover, atada con un ostentoso lazo rojo.

Con una escalera mecánica los bomberos lograron descolgar la galleta y se la entregaron a la brigada de investigación criminal de Hannover, para que procediese con sus pesquisas, aunque por el momento no se ha llegado a ninguna conclusión.

Pese al intento de pasar página, parece que no todo va a ser lo mismo en la sede Bahlsen: por si acaso "Triky" vuelve a las andadas la empresa ha instalado un sensor de movimiento junto a la galleta gigante. 

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