Encienden una luz para migrantes en el canal de la Mancha

El colegio, que solo cuenta con un salón de clases, tiene el objetivo de mejorar la vida de las personas que viven en el campamento.

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La profesora voluntaria Delphine Blain enseña francés a migrantes en una escuela improvisada en un campamento cerca de Calais. (Agencias)
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Agencias
CALAIS, Francia.- El suelo es de arena como en las dunas próximas, el tejado de lona se sujeta con ramas de árboles recubiertas de flores pintadas y los estudiantes sentados en pequeños pupitres escuchan con mucha atención.

"'Light' es 'lumière'", dijo la profesora, dando clase de francés en inglés a migrantes llegados desde distintas partes del mundo y que han coincidido en un vasto asentamiento en la ciudad de Calais, al pie del canal de la Mancha. "Una lámpara te da luz".

La escuela, con una única aula y ubicada ",en un extremo del campamento conocido como la "jungla podría parecer un espejismo, pero entre las cuatro y seis clases que se imparten allí diariamente están llenas de estudiantes.

La escuela Chemin des Dunes abrió su pequeña puerta - sacada en un cubo de basura - el 11 de julio, por iniciativa de Zimako Jones, un nigeriano que vive en el asentamiento, donde se estima que tres mil migrantes han levantado sus viviendas de palos y lona. Forman parte de la ola de migrantes que, huyendo de la pobreza, llegan a las costas europeas, cruzan fronteras internas en el continente y colapsan los sistemas de petición de asilo.

"Ayuda a construir puentes entre las diferentes nacionalidades", dijo sobre la escuela Virginie Tiberghien, uno de los casi 20 maestros voluntarios. "Realmente ayuda a mantener un sentido de humanidad incluso aunque su vida cotidiana sea muy difícil".

De acuerdo con The Associated Press, la mayoría de los migrantes en Calais esperan colarse a través del túnel del canal de la Mancha para llegar a Gran Bretaña, creyendo que ofrece mejores perspectivas de prosperidad. Con ayuda de la escuela, que ofrece un refugio ante la crueldad de la vida diaria, algunos intentan aprender suficiente francés para terminar su viaje y solicitar asilo en Francia.


La profesora voluntaria Delphine Blain enseña francés a migrantes en una escuela improvisada.

La escuela da clases de francés, inglés, pintura y Tai Chi - o cualquier otra temática que los profesores, que proceden de diversos campos, puedan proponer.

Pero los grafiti en el exterior de las paredes de lona de la escuela, quizás refleja mejor lo que ocurre: "Nunca pierdan la esperanza". "Hola a todo el mundo. Estamos en clase", dice otro. La palabra "ciel", cielo en francés, y una imagen de un pájaro decoran otra pared.

Zimako, como pide ser identificado, concibió la escuela y la construyó con la ayuda de cinco sudaneses, en parte por la necesidad de mejorar la vida de las personas que viven en el campamento.

"Pensé que haciendo esto ayudaría a las personas en la jungla, los uniría", dijo. "Es una escuela sin religión, sin color. Estamos todos juntos".

Pero Zimako también quería ayudarse a sí mismo. Llegó al sur de Francia como migrante en 2013 y en abril se trasladó a Calais, donde presentó una petición de asilo. Con un dominio fluido del francés y el inglés, estaba desbordado por peticiones de otros migrantes con necesidades. "Mucha gente venía a mi" para ayuda en las traducciones, dijo. "Estaba cansado".

Hoy en día, una gran pizarra cubre la pared frontal del aula, y fotografías de objetos que van desde animales a aviones llenan las paredes con sus nombres en francés. En la clase pueden apiñarse hasta 35 estudiantes, que en su mayoría son adultos de distintas edades.


Migrantes atienden a clase en una escuela improvisada en un campamento cerca de Calais, al norte de Francia.

Tiberghien es un logopeda que imparte clase de francés. Chris Jaumotte, una artista gráfica belga que vive en la zona, enseña francés y arte.

"Les damos un poco de dignidad. Creo que su dignidad está siendo pisoteada aquí (...) en esta ciudad de plástico", dijo Jaumotte refiriéndose a las chabolas de plástico donde se resguardan quienes viven en la jungla. A sus estudiantes les pondría la máxima nota por su esfuerzo.

"Esto es una jungla", dijo Ahmed Riaz, un paquistaní de 26 años que espera que la escuela le ayude a salir del asentamiento. Terminó sentándose en el aula por accidente, literalmente, tras romperse una pierna cuando "probó las vías" para buscar un transporte hasta Gran Bretaña. Riaz, que solicitó asilo político en Francia, lleva asistiendo a clases de francés desde que la escuela abrió sus puertas.

Asociaciones humanitarias han ayudado a su funcionamiento proporcionando materiales como cuadernos y bolígrafos. Jaumotte compró pinturas, pinceles y pequeños botes para cada pupitre en sus clases de arte.

En una de las mesas, un joven africano pintó un revelador barco en el mar, cargado de personas, como las pateras en las que los migrantes cubren la peligrosa travesía del Mediterráneo, como han hecho la mayoría de los residentes en el campo. El título en rojo dice: "Días peligrosos".

Zimako es humilde con respecto a lo que ha conseguido. Y sigue pensado a lo grande: Quiere construir un segundo centro más grande.

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