Francisco a los jóvenes: "No tengan miedo de ir y llevar a Cristo"

El Papa llamó a los miembros de la Iglesia a salir a las calles a evangelizar; anuncia próxima Jornada Mundial de la Juventud en Polonia.

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Francisco cumplió su primer viaje internacional desde su asunción al trono de San Pedro. (Agencias)
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Agencias
RIO DE JANEIRO, Brasil.- El papa Francisco, en un último exhorto al cierre de la Jornada Mundial de la Juventud, la segunda más grande desde Filipinas, pidió valor a los jóvenes para salir y convertirse en misioneros y desconocer fronteras y límites en esa labor que encomienda Jesús.

"Vayan sin medio para servir", llamó el pontífice a los jóvenes al hablar el domingo en la homilía de la misa final de la Jornada.

Según las autoridades, unos tres millones de personas participan de la misa en la playa de Copacabana, quienes recibieron al papa Francisco en medio de ensordecedores vivas al pontífice que conquistó a una de las audiencias más selectas del mundo con sus palabras sencillas y su espontaneidad.

"Franciscoooo, Franciscoooo" se oyó gritar a la compacta multitud a lo largo del recorrido de más de cuatro kilómetros de la vía que bordea la famosa playa, y que ha sido escenario en el pasado para famosas bandas de rock y eventos deportivos, de acuerdo con AP.

Jesucristo, la iglesia y "el papa cuenta con ustedes" en esa misión, añadió el santo padre arrancando vivas de entre la multitud.

"Me impresionó por su sencillez, nos llama a ser santos sin buscar el grado de sacerdotes o religioso"

Ser misioneros es una tarea en la que "no hay fronteras, no hay límites: (Jesús) nos envía a todos", agregó el papa argentino, que como a lo largo de su visita a Brasil ha usado indistintamente el portugués y el español, dando preferencia a su lengua natal que le permite improvisar al leer sus discursos escritos por él mismo.

"No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente... La iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, la creatividad y la alegría que les caracteriza" a los jóvenes, insistió Francisco, quien a lo largo de la Jornada iniciada el 22 de julio ha machacado la necesidad que la iglesia salga a la calle, cuente con los más jóvenes, pero también con los ancianos.

Con su participación en la Jornada, Francisco, elegido en marzo, regresó al continente que lo vio nacer y cumplió su primer viaje internacional como pontífice.

En la misa dominical además esta una de sus compatriotas, la presidenta de Argentina Cristina Fernández. Cerca de la tarima, a Fernández la acompañaban la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, el mandatario de Bolivia, Evo Morales y de Surinam, Desiré Bouterse.

Difundir el evangelio "es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia, para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio", dijo ante la imponente masa de feligreses agolpada en la playa de Copacabana y en la vía que la bordea a lo largo de más de cuatro kilómetros.

El mensaje principal del papa, de 76 años, en la Jornada se ha dirigido a los miembros de la Iglesia y a la juventud: salir a las calles para recuperar valores y evangelizar.

La noche del sábado en la vigilia previa a la misa Francisco volvió a recordarles ese mensaje a los jóvenes: "No se olviden... Ustedes son el campo de fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia bella y de un mundo mejor", añadió el santo padre.

Nueva cita

El papa Francisco anunció el domingo que la próxima Jornada Mundial de la Juventud se realizará en Cracovia, Polonia, en 2016.

"Queridos Jóvenes, tenemos una cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud en 2016, en Cracovia, Polonia, ", dijo el pontífice al concluir la misa en la Playa de Copacabana en la que las autoridades calcularon que participaron unos tres millones de fieles.

Los jóvenes polacos participantes de la jornada celebraron el anuncio y sacaron una pancarta con la foto de Juan Pablo II, quien en 1979 congregó a dos millones de personas en el primer viaje a su tierra natal.

La jornada de Río de Janeiro congregó a cientos de miles de jóvenes peregrinos de todas partes del mundo, especialmente de América Latina. La de Madrid en 2011 logró la participación de un millón de jóvenes, según datos del Vaticano. Las jornadas de la juventud fueron establecidas en 1986 por el extinto papa Juan Pablo II y desde entonces se han realizado cada dos o tres años.

Debido a la multitud que durmió en la playa del sábado para el domingo, Copacabana está llena de basura. Los basureros están desbordados y hay botellas plásticas, cajas de jugos, bolsas de alimentos y restos de comida en la calle y la playa.

Los baños portátiles son insuficientes, la gente abre las puertas de las casetas azules y no entra, se aleja con gestos de asco y horror.

Sin embargo, los peregrinos no parecen estar molestos.

Michael Carecí, de 20 años, estudiante de seguridad industrial de Barquisimeto, en Venezuela, dijo que "esta jornada marca un antes y un después en mi vida". "Nunca antes había salido de Venezuela, fue un año de sacrificios para estar aquí".

"Estar aquí con tanta gente en presencia del papa es algo que emociona y llena".

Sensación fantástica

A su llegada a la misa, Francisco se detuvo al menos en nueve ocasiones en ese recorrido por la Avenida Atlántica, la vía paralela al mar, desde una base castrense donde aterrizó en helicóptero para de inmediato abordar su papamóvil y reunirse con la gente que le aguardaba desde la noche.

El pontífice arribó, luego de más de media hora de recorrido, a la tarima principal y en el trayecto besó desde niños hasta personas enfermas y ancianos que eran alzados, incluyendo su silla de ruedas, por los escoltas del Vaticano y acercarlos al santo padre.

Bebió por unos segundos el mate que le acercó una feligresa, consiguió atrapar en el aire camisetas deportivas y banderas de Brasil que le lanzaban algunos peregrinos a su paso.

"Es una sensación fantástica. Nunca he estado en una multitud de este tamaño", dijo Josh Dirberger, de Denver, en Estados Unidos.

Como la zona inicialmente prevista para la misa dominical, que cierra la Jornada, fue cambiada debido a que se anegó por las lluvias y se trasladó el evento de cierre a Copacabana, entonces miles de peregrinos cumplieron la tradicional vigilia durmiendo en la playa y otros sobre la famosa acera de adoquines negros y blancos en forma de onda y que va a lo largo del mar por unos cuatro kilómetros.

"Prácticamente dormimos unos encima de otros", dijo Jayme Fernandes, un peregrino de 18 años llegado desde el estado de Sao Paulo.

"Fue fantástico, increíble... No fue fácil quedarse toda la noche. Hacía tanto frío y estaba tan lleno, pero no cambiaría la experiencia por nada", agregó.

Llamado a la santidad

La asistencia, un cálculo ofrecido por el alcalde de Rio de Janeiro Eduardo Paes y el Vaticano, fue la segunda más grande desde la Jornada realizada en Filipinas en 1995 y cuando se calcula fueron 5 millones de personas.

El boliviano Jesús Lunario, de 22 años, viajó cuatro días en solitario desde La Paz para estar en la Jornada, pero en Rio encontró compañía.

"Encontré este grupo de Sucre y me uní a ellos", dijo señalando a un grupo de sus compatriotas que levantaban el campamento en que durmieron sobre las arenas doradas de Copacabana. "La mayoría del grupo durmió, yo pasé la noche rezando. Cada vez que pasaba gente rezando el rosario yo me les sumaba. Si cantaban canciones de alabanza, yo cantaba con ellos".

El papa "me impresionó por su sencillez, nos llama a ser santos sin buscar el grado de sacerdotes o religioso", dijo Lunario, quien trabaja en restauración de patrimonio histórico con la municipalidad de la Paz.

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