Iglesia católica de Nicaragua sufre represión por parte del gobierno; indican fieles

La comunidad internacional ha mostrado cierta preocupación, pero la falta de acciones ha permitido que la represión continúe.

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Iglesia católica de Nicaragua sufre represión por parte del gobierno; indican fieles / (Foto: AP)
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La represión en Nicaragua continúa afectando gravemente a la Iglesia Católica y sembrando miedo entre los fieles. En 2024, la situación empeora, con la expulsión de diecinueve sacerdotes del país y numerosos incidentes de acoso y profanaciones de iglesias.

El presidente Daniel Ortega, en su campaña de represión contra la Iglesia, ha generado un clima de temor generalizado que silencia las críticas al gobierno autoritario y coarta la libertad de expresión desde los púlpitos.

El miedo se ha arraigado profundamente entre los fieles, quienes temen las represalias del gobierno por cualquier acto de oposición. La abogada nicaragüense Martha Patricia Molina, recientemente galardonada con el Premio a la Libertad Religiosa Internacional del Departamento de Estado de EE. UU., señala que el silencio se ha vuelto cada vez más asfixiante, obligando a muchos sacerdotes a callar por temor a represalias contra sus comunidades.

La situación se ve agravada por la profanación de iglesias y la persecución de sacerdotes que ofrecen refugio y ayuda a los heridos durante las protestas civiles. Muchos han sido exiliados o encarcelados por desafiar al gobierno.

Por lo tanto, el presidente Ortega y su esposa, Rosario Murillo, culpan a la Iglesia de apoyar las protestas y la violencia, lo que ha llevado a un ataque sistemático contra el clero.

El exilio de voces críticas, incluidos líderes religiosos, periodistas y artistas, ha creado un clima de censura total en Nicaragua. La población se enfrenta a una vigilancia brutal y a la imposibilidad de expresar cualquier forma de oposición al gobierno.

A pesar del creciente miedo, muchos fieles continúan asistiendo a los servicios religiosos, aunque la represión ha dejado áreas rurales sin culto ni servicios sociales. La persecución no solo afecta al clero, sino también a estudiantes, poblaciones marginadas y pequeños negocios dependientes de actividades religiosas para sobrevivir.

La comunidad internacional ha mostrado cierta preocupación por la situación en Nicaragua, pero la falta de acciones concretas ha permitido que la represión continúe.

Los exiliados nicaragüenses, junto con defensores de los derechos humanos, continúan luchando por la justicia y la libertad en su país, esperando que sus denuncias eventualmente conduzcan a un cambio real.

 

 

(Con información de AP)

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