El Muro de Berlín, una herida que aún no cierra

Los mismos alemanes acuden a lo que quedó de la llamada 'Franja de la Muerte' para conocer su propia historia.

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En 2013, los restos del Muro de Berlín registraron 850 mil visitantes, la mayoría alemanes. (Notimex)
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Agencias
BERLÍN, Alemania.- Las víctimas mas jóvenes del Muro de Berlín tenían entre cinco y seis años. Su recuerdo es imborrable: sus fotografías y fechas de nacimiento y muerte están expuestas en el Memorial sobre el Muro de Berlín en la capital alemana, en donde se concentra la información y se muestran trozos originales de esa barrera, símbolo del conflicto Este-Oeste durante casi tres décadas.

Cetin Mert nació el 11 de mayo de 1970 y murió al cumplir cinco años. Vivía en Berlín Occidental. El día de su cumpleaños había recibido de regalo unos zapatos de deporte.

La pelota con la que jugaba con otro niño cayó detrás de un arbusto y fue a dar al Río Spree, cuyas aguas en ese tramo eran parte del territorio de la República Democrática de Alemania (RDA, Alemania Oriental) y había sido convertido en una barrera.

El Muro fue levantado hace más de cinco décadas, pero es algo que no deja indiferentes a los propios alemanes

El niño trató de recuperar la pelota que flotaba sobre el agua con un palo, pero cayó al río.

Los guardias y otros funcionarios germano-orientales a cargo de la vigilancia en esa zona observaron impasibles la lucha del niño por sobrevivir. No le prestaron ayuda.

En la orilla occidental, ninguno de los adultos que gritaban a los soldados germanorientales que ayudaran al menor se atrevió a lanzarse al agua para salvarlo porque el precio de hacerlo era la muerte segura.

Su cadáver fue recuperado horas más tarde por la policía germano-oriental, que se negó a devolverlo a occidente sin antes practicarle una autopsia, a pesar de que había testigos de los hechos.

Los padres recibieron el cuerpo de Cetin días después. Su entierro se convirtió en una manifestación de protesta contra el régimen de la RDA.

Recuerdo de la división

Cetin Mert fue uno de los cinco niños que perdieron la vida en circunstancias semejantes en el Muro de Berlín. Ellos fueron Andreas Senk, de seis años, Cengaver Katranci de nueve, Siegfried Kroboth de cinco y Giuseppe Savoca, de seis.

Sus fotografías están ahora en un mural de piedra con nichos al aire libre que se alza en medio del área que ocupó la Franja de la Muerte al pie del Muro en la calle Bernauer. Hay quienes acuden a colocar ramos de flores en esos nichos.

Estos nichos son la parte central del Memorial “dedicado al recuerdo de la división de la ciudad desde el 13 de agosto del 1961 hasta el 9 de noviembre del 1989 y en conmemoración de las víctimas de la violencia comunista”.

Se erigió en 1998 en la calle Bernauer, en la frontera entre los barrios Mitte y Wedding de la capital berlinesa.

Mitte, que es el centro de Berlín, quedó en el oriente alemán, y Wedding en Berlín occidental. Los trozos del Muro que ahí se muestran son auténticos y fueron dejados en el lugar que tenían desde que éste fue construido.

Desde 2003, también cuenta con una torre para contemplar la fortaleza inexpugnable que suponía el muro y que en esta parte de la ciudad, en el centro-norte, transcurría casi pared a pared con las viviendas colindantes.

Desde el 2005 ha habido un incremento constante de visitantes anuales: de 180 mil en 2005 a 850 mil en 2013.

A pesar de ser verano y de que Berlín está lleno de turistas extranjeros, la mayoría de personas que deambulan por el césped del Memorial y a lo largo de los 60 metros del muro original, son alemanes.

Anécdotas de huídas

A 53 años de la construcción del Muro, éste sigue siendo un tema que no deja indiferente a los alemanes, que acuden a conocer su propia historia.

“En la calle Acker, justo aquí al lado, yo estudiaba en 1966, cinco años después del inicio de la división”, cuenta Joseph a su mujer, quienes ahora ya no residen en Berlín.

“Acércate, abuela, también tienes que leer esto”, pide una adolescente a su abuela Margarit, quien vivió toda la división en el este de la ciudad.

La nieta le muestra las columnas informativas con sistema de audio que completan el paseo de los visitantes a lo largo del memorial. Pilares que dan detalles sobre anécdotas de huidas y sobre las diferentes fases que vivió el muro en este tramo.

Estado hermético

Entre los turistas, domina la sorpresa, la indignación, la pena, cuando se ven confrontados con este sistema que dejó al Berlín Oriental y a la Alemania del Este en un estado de completo hermetismo respecto al resto del mundo, en especial de cara a Occidente.

“Espeluznante”, se expresa Michael, quien proviene de Estados Unidos. Algo que llama la atención a los extranjeros es la presencia de un cementerio y la Iglesia de la Reconciliación, justo al lado del muro.

Decenas de tumbas fueron vaciadas para poder ampliar las torres de vigilancia y otras fortificaciones para los soldados y para la policía fronteriza de la RDA, desde donde vigilaban y disparaban hacia la Franja de la Muerte.

Fue una franja de tierra sin nada que servir de escondite para alguien que intentara huir. Solo era tierra.

A lo largo de ella transitaban los tanques germanorientales y los soldados con perros especialmente adiestrados. A lo largo del Muro se construyeron torres vigías con reflectores potentes, se colocaron densas barreras de alambre de púas, así como otra serie de obstáculos.

De hecho, el cementerio sirvió en un principio para más de un fugitivo, como Helmut P., quien intentó llegar al oeste a través de las tumbas, pero fue descubierto por soldados del este.

Dispararon contra él, pero consiguió escapar, si bien sus atacantes encontraron restos de sangre en el suelo.

Mientras, Karl-Heinz Br y Gerd W., fueron muertos con 35 balazos durante su intento de escape en 1969.

Se las ingeniaron

El famoso Túnel 57 se encuentra ahí en el Memorial de la Calle Bernauer, se le denomina así porque a través de él se fugaron en dos días 57 alemanes orientales.

El túnel fue construido desde el sótano de una vivienda de la calle Bernauer 97, pasó por debajo de los inexpugnables cimientos del Muro, hasta el patio de un edificio en la calle Strelitzer 55.

Dos noches de 1964 decenas de ciudadanos del este consiguieron huir al oeste. Durante la segunda noche, los soldados descubrieron la jugada, lo bloquearon y detuvieron a todo aquel que se encontraba en su interior.

El Túnel 57 es sólo un ejemplo de las ideas que se ingeniaron quienes querían huir. Esconderse en las cajuelas de coches diplomáticos o debajo de los vehículos que tenían el permiso para cruzar la frontera fueron otras artimañas.

También soldados germanorientales escaparon o lo intentaron. La noche de fin de año de 1965, por ejemplo, Hartmut B. y Günter M., corrieron hacia la entrada de la estación de Bernauer en la calle Garten, saltaron la barrera de alambre de púas que se extendía en ese punto y entraron en la parte occidental de la ciudad.

Las historias personales llenan el Memorial y su Centro de Documentación.

Casos desconocidos

Emotiva es por ejemplo la aventura de la familia Knittel. Wolfgang y Helga Knittel vivían con su hija pequeña en la misma calle Bernauer. Ansiosos de libertad, querían huir hacia el oeste.

Helga tenía nueve meses de embarazo cuando el 19 de agosto de 1961, una semana después del inicio de la construcción del Muro, la familia decidió saltar desde su apartamento, situado en un segundo piso, hacia Berlín oeste.

Los bomberos germanoccidentales fueron alertados del intento de salto, ayudaron a los fugitivos y amortiguaron la caída. Tres días más tarde, nació la segunda hija de la familia, ya en Berlín oeste. Fue uno de los pocos finales felices.

El número de muertos al pie del Muro se calcula en alrededor de 200. Hay casos que todavía se desconocen.

(Información de Olga Borobio/Notimex)

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