En plena fase final de una restauración que tomó meses, dos especialistas en arte trabajaban en la tumba del papa Urbano VIII —el pontífice que consagró la Basílica de San Pedro en 1626— cuando el Papa Francisco apareció en silla de ruedas, sin previo aviso, marcando su tercera aparición sorpresa en menos de una semana.

El pontífice, aún en proceso de recuperación tras una grave neumonía, ha retomado poco a poco algunas actividades. El domingo emocionó a los fieles durante una misa Jubilar dedicada a los enfermos; el miércoles se reunió en privado con el rey Carlos III y la reina Camilla, y el jueves decidió recorrer espontáneamente la Basílica de San Pedro.

“No sabíamos si podíamos acercarnos a él. Lo saludamos desde lejos”, relató Lorena Araujo Pinheiro, una de las restauradoras, mientras el Vaticano presentaba oficialmente el último de los tres proyectos de restauración realizados en la basílica con motivo del Año Santo Jubilar —una tradición centenaria que invita a los fieles a peregrinar a Roma.

Pero el papa no tardó en romper la distancia. Acompañado por tres personas, les hizo señas para que se acercaran. 

“Nos agradeció muchas veces por el trabajo”, contó Michela Malfatti. “Luego me preguntó si podía tomar mi mano porque las suyas estaban frías. Fue muy dulce con nosotros”.

El Vaticano reveló que Francisco había pedido salir a tomar aire desde la residencia de la Domus Santa Marta, donde se recupera, y quiso orar en la Basílica. A pesar de las recomendaciones médicas de evitar grandes multitudes, también saludó a varios fieles que estaban presentes para cruzar la Puerta Santa, uno de los rituales centrales del Año Jubilar. 

Un video que circula en redes sociales muestra al papa abrigado con una manta tipo poncho sobre el pecho, saludando afectuosamente a un niño y luego a un bebé.

La restauración en cuestión no era menor. Las tumbas de Urbano VIII, esculpida por Gian Lorenzo Bernini, y del papa Pablo II, creador de la basílica, obra de Guglielmo della Porta, fueron el cierre de un ambicioso proyecto que también incluyó el dosel monumental sobre el altar principal y el trono de San Pedro en bronce dorado.

“Las tumbas ahora lucen más resplandecientes”, destacó Pietro Zander, responsable de la sección de necrópolis y patrimonio artístico de la Fabbrica di San Pietro, el organismo encargado del mantenimiento de la basílica. 

La visita del papa fue recibida como un gesto significativo. 

“Lo tomamos como una bendición del final del trabajo”, concluyó Zander.

Con información de AP