Mujer pierde sus extremidades debido a inyección inadecuada

Inyectan silicona industrial a una mujer estadunidense que estaba avergonzada de su cuerpo.

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Michelle Brown logró sobrevivir a su traumática experiencia y ahora se dedica al triatlón. (24horas.cl/Archivo)
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Agencias
WASHINGTON, D.C.- Dolor, infección, gangrena y amputación, fueron las consecuencias que tuvo que soportar Apryl Michelle Brown, de 46 años, de Estados Unidos. 

Ella sólo queria aumentar el volumen de sus nalgas, por lo que compró silicona en el mercado negro.

La mujer, madre de dos hijas, trabajaba como peluquera y un día en 2004 una de sus clientas le contó de un lugar donde inyectaban silicona muy barata. 

Brown, que desde su juventud sufría mucho por su 'trasero de tabla', soñaba con unas nalgas grandes. "En una fracción de segundo tomé la decisión de que iba a ir a que me inyectaran silicona en mi trasero".

Pagó 1,000 dólares por dos inyecciones, que le fueron aplicadas en una casa, no en un hospital. "Yo no hice ninguna investigación. Fue una combinación de ingenuidad, confianza fuera de lugar y la inseguridad me llevaron a tomar esta decisión desastrosa", explica la mujer. 

Grave cambio

Resultó ser que el líquido inyectado no era silicona para uso estético, sino sellador de baño o silicona industrial. 

"En una fracción de segundo tomé la decisión de que iba a ir donde esta mujer y dejarme de inyectar silicona en mi trasero".

Los dos años siguientes la zona inyectada se puso dura, con la piel ennegrecida. "Entendía que algo no estaba bien. Pero la vergüenza me detuvo a buscar ayuda médica. Entonces comenzó un dolor punzante. Tuve que decirle a mi médico lo que hice. "Estaba tan avergonzada", cuenta Brown. Pasó los siguientes cuatro años en constante dolor. Los cirujanos le dijeron que era demasiado peligroso quitar esa silicona. 

En 2011 apareció un agujero en su trasero, posiblemente, por una infección. Los médicos la pusieron en coma inducido por dos meses y le amputaron las nalgas. 

"Me salvaron, pero se desarrolló una gangrena en mis manos y pies. Mis manos parecían las de una persona muerta. Supe entonces que iba a perderlas", dice Brown. Finalmente le amputaron sus piernas y sus brazos.
 
"Lloré un mar de lágrimas. Tuve que enfrentar el hecho de que perdí mis manos, los pies y las nalgas debido a las complicaciones de las inyecciones en mi trasero. Me sentí abrumada por la vergüenza y la culpa ... todo porque quería una parte inferior más grande", cuenta la mujer. 

Hoy Michelle Brown se dedica al triatlón y a contar la historia de su vida: "Quiero advertir a los demás de los peligros de la cirugía en el mercado negro. Nacimos completos, perfectos e íntegros". 

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