TURQUÍA.- Este viernes, los cánticos musulmanes inundaron la antigua basílica cristiana de Santa Sofía de Estambul, luego que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pronunciara el adhan (llamado a la oración), dando comienzo a la primera oración islámica en este templo después de 1934.

Pese a la contingencia sanitaria provocada por la pandemia de coronavirus, miles de feligreses se congregaron a los alrededores de la recién nombrada mezquita. Erdogan declaró que se trató de alrededor de 350 mil fieles, los cuales con cubrebocas y sus características alfombras se unieron al rito musulmán. 

Antes de comenzar la oración, Erdogan leyó Al Fatiha, la primera sura (capítulo) del Corán, la ceremonia pudo verse también en unas grandes pantallas instaladas frente a Hagia Sophia, nombre turco de Santa Sofía.

Medios internacionales informaron que los mosaicos cristianos, han sido ocultados tras unos toldos, cubriendo así la imagen de la Virgen María con el niño y al Arcángel San Gabriel.

Occidente es desacuerdo 

La decisión de reconvertir Santa Sofía en una mezquita provocó fuertes críticas de numerosos países y organismos internacionales.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que se opuso a la medida, publicó una declaración en la que expresa su preocupación por el impacto que podría tener en el valor universal del sitio y pedía a las autoridades turcas "que entablaran un diálogo" sobre el asunto.

El patriarca de Moscú y de toda Rusia, Kiril, señaló que los atentados contra el legado espiritual de la Iglesia de Constantinopla provocan amargura e indignación a los creyentes rusos, y que todo lo que amenaza a Santa Sofía representa una amenaza para la civilización cristiana.

Mientras que el Papa Francisco, manifestó estar muy dolido tras conocerse la decisión de convertir Santa Sofía en una mezquita. Cabe mencionar que esta misma semana  la presidente de la República de Grecia, Katerina Sakellaropoulou,  pidió al Santo Padre que hiciera uso de su influencia para pedir a la comunidad internacional que condene esa decisión, que supone una ofensa para los cristianos, especialmente los ortodoxos.