Seguridad de EU convierte a internet en un sistema espía

En “solo unos segundos”, la agencia de inteligencia investiga los correos, que salen o entran, de millones de estadunidenses.

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El creador de wikileaks, Julian Assange, felicitó la "victoria" de Snowden sobre Obama. (Milenio)
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Alexander Abdo y Patrick Toomey/The Guardian
WASHINGTON, E.U.- La semana pasada otro rayo de luz se filtró dentro de la caja negra de vigilancia doméstica de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

Según el diario New York Times, la NSA está revisando el contenido virtual de todos los correos electrónicos que entran o salen de Estados Unidos sin una orden judicial. Para lograr esta sorprendente invasión a la privacidad de los estadunidenses, la agencia presuntamente está haciendo una copia de casi todos los correos internacionales. Luego revisa esos datos clonados, guarda todos los correos que contienen ciertas palabras claves y borra los demás, todo esto en cuestión de segundos.

Si hoy escribió a un amigo, familiar o colega en el extranjero, o si desde otro país le escribió a alguien en EU, lo más probable es que la NSA haya hecho una copia de ese correo y lo haya revisado en busca de información sospechosa.

La agencia parece creer que este monitoreo general de nuestras comunicaciones electrónicas está justificado porque todo el proceso lleva, según un funcionario, solo “unos pocos segundos”.

La NSA piensa que puede interceptar y leer los correos electrónicos de los estadunidenses siempre y cuando la intrusión sea rápida, eficiente y silenciosa.

Ya sea que la agencia inspeccione y retenga estos mensajes por años, o solo los revise una vez, la invasión a la privacidad de los estadunidenses es real e inmediata. No hay una “regla de cinco segundos” para la Cuarta Enmienda: la Constitución de EU no excusa estas búsquedas masivas simplemente porque sean rápidas.

El gobierno afirma que este programa está autorizado por un estatuto de vigilancia, aprobado en 2008, que permite que el gobierno vigile a los extranjeros. Aunque el gobierno con frecuencia defiende esa ley como una herramienta necesaria para reunir inteligencia extranjera, también malinforma al público sobre el grado al cual el estatuto incluye las comunicaciones estadunidenses.

El gobierno asegura que este programa está autorizado por un estatuto de vigilancia

Ya no deben quedar dudas: por años, el gobierno de EU ha utilizado su autoridad para reunir comunicaciones extranjeras como cobertura útil para vigilar, también, las estadunidenses. El programa de vigilancia revelado la semana pasada por el New York Times, en seguimiento a la información filtrada en junio por el estadunidense Edward Snowden al diario británico The Guardian, confirma que bajo esta ley la intercepción de las comunicaciones de estadunidenses no está ni “dirigida” a los extranjeros ni es “involuntaria”, como aseguran los funcionarios.

Las últimas revelaciones son un presagio perturbador de la vigilancia futura. Hace dos meses, el Guardian reportó que el gobierno de EU está forzando a las empresas de telecomunicaciones del país a entregar registros de llamadas de todos sus clientes “todos los días”, para permitir que la NSA busque esos registros cuando tenga motivos para hacerlo.

Desde entonces, el gobierno ha defendido el programa, en parte con la teoría de que el derecho de los estadunidenses a la privacidad no se ve afectado por la adquisición inicial de sus registros telefónicos, sino solo por revisión posterior.

Esa teoría legal es muy peligrosa, porque permitiría a la NSA adquirir virtualmente toda la información digital de cada día simplemente porque podría ser relevante mañana.

El programa de vigilancia revelado por el reporte del Times va un paso más allá. No solo es que el gobierno esté recabando información ahora para que esté disponible para su revisión si surge una sospecha razonable, sino que la NSA está revisando todo ahora, en tiempo real y sin que existan sospechas, meramente por si da con algo interesante.

Ese principio de vigilancia preventiva amenaza con subvertir las protecciones más básicas de la Cuarta Enmienda, que prohíben al gobierno que indague en nuestros asuntos privados sin sospechas previas.

Si el gobierno tiene razón y puede revisar todas nuestras comunicaciones en caso de que digamos o escribamos algo sospechoso, hay muy poco que pueda evitar que la NSA convierta a internet en una herramienta de vigilancia total.

Ante esta posibilidad muy real, estos programas deberían ser sacados de la sombra y puestos a la luz, a fin de que el público decida por sí mismo qué significa la privacidad en la era digital.

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