Una familia compuesta por el multimillonario indio Prakash Hinduja, su esposa Kamal, su hijo Ajay y su nuera Namrata, fue condenada a prisión por explotar a empleadas domésticas en su lujosa residencia en Suiza.

Las víctimas, trabajadoras domésticas indias, se vieron obligadas a trabajar en condiciones inhumanas, sin acceso a sus pasaportes y con restricciones severas de movilidad, cumpliendo jornadas laborales de hasta 18 horas diarias.

Una corte suiza determinó que, aunque las trabajadoras tenían conocimiento parcial de las condiciones, la explotación era evidente. Los cuatro miembros de la familia Hinduja recibieron penas de entre cuatro y cuatro años y medio de prisión. Además, un quinto acusado, Najib Ziazi, gerente de los negocios de la familia, fue condenado a 18 meses de prisión suspendida.

Las trabajadoras, mayormente analfabetas, recibían sueldos en rupias indias depositadas en bancos de su país, a los que no podían acceder.

Estas prácticas violaban las leyes suizas, donde el pago debe realizarse en francos suizos y con acceso garantizado a los salarios. Además, las condiciones de trabajo eran extremadamente precarias, con las empleadas durmiendo en el sótano y trabajando sin vacaciones.

La defensa de los acusados planea apelar. Robert Assael, abogado de Kamal Hinduja, expresó su alivio por la desestimación de los cargos de tráfico de personas, aunque consideró la sentencia excesiva. La salud de los acusados fue mencionada como una razón para su ausencia en la corte, destacando que Kamal Hinduja, de 75 años, se encuentra en cuidados intensivos.

La corte suiza también ha incautado bienes valiosos, incluyendo diamantes, rubíes y un collar de platino, para garantizar el pago de sanciones y los costos judiciales.

La familia Hinduja, cuyo patrimonio neto se estima en 20.000 millones de dólares según Forbes, ha estado residiendo en Suiza desde la década de 1980. Prakash Hinduja, nacionalizado suizo en el año 2000, ya había sido condenado por cargos similares en 2007 y enfrenta un caso fiscal pendiente.

Los fiscales describieron un ambiente de miedo y control absoluto instaurado por Kamal Hinduja. Las trabajadoras vivían en condiciones deplorables y sufrían jornadas extenuantes, especialmente durante eventos sociales.