Argentina es el único país que hace un Viacrucis submarino
El Padre Arias invita a creyentes a asistir a esta 'diferente' tradición religiosa.
Bárbara Bustamante/Agencia
Argentina.- Cada Viernes Santo, cientos de fieles se reúnen en Puerto Madryn, Argentina, para participar de una sorprendente procesión que comienza en tierra firme pero que culmina a 300 metros mar adentro.
Se trata del Vía Crucis Submarino, una idea del buzo católico José María Goity que se desarrolla desde el año 2000 en Puerto Madryn, considerada la capital del buceo en el país.
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De acuerdo con la información Aciprensa, el Vía Crucis comienza con una procesión por tierra desde la Basílica Sagrado Corazón de Jesús, donde los fieles rodean una gran cruz cargada por hombres y mujeres con traje de buceo, los que luego acompañarán al sacerdote bajo el agua donde se culmina la actividad.
El P. Juan Gabriel Arias dirigió por 10 años esta actividad, la cual “reúne a toda una ciudad, para rezar juntos, íntimamente unidos, con sentimientos de amor, solidaridad y paz, pidiendo a Dios por sus intenciones, y rogando por una sociedad justa y solidaria”.
En entrevista a ACI Prensa, el sacerdote diocesano de Buenos Aires explicó que conoció la iniciativa “porque tengo familia en Madryn”, y fue el primero en presidirla porque “ninguno de los curas de esa ciudad se animaba a hacerlo”.
Aceptó la invitación al verla como “una manera de llegar con el mensaje de Jesús a mucha gente que no vendría a un Vía Crucis tradicional”.
Para esto debió introducirse en la práctica del buceo, “cosa que jamás hubiera hecho por mi cuenta”.
“Me hicieron hacer cursos, hasta llegar a ser rescatista. Eso me preparó para estar más cómodo durante el Vía Crucis, y poder hacer otras cosas, como el que me metan en el agua desde una grúa, ponerme la escafandra abajo del agua, y cosas semejantes”, relató.
El P. Arias, pronto a cumplir 20 años de sacerdote, actualmente es párroco de San Benedito de Mangundze, en Mozambique, África.
Al recordar sus años a la cabeza del Vía Crucis Submarino en Madryn, el sacerdote agradeció la experiencia “en lo personal y en lo evangelizador”, ya que fue una instancia para “unirme a Jesús y tratar de sentir lo que sintió, de sentir ese amor por todos nosotros”.
“Esa voluntad de entregar la vida para ayudar a todos, para salvarnos. Es tratar de hacer empatía con él, para que yo logre hacer un poco de eso en cada día de mi vida”, reflexionó el sacerdote.