Hambre y violencia provocan el éxodo de hondureños

El obispo de San Pedro Sula dijo que la situación que se vive en la zona provoca la migración que se da 'como en las guerras'.

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En San Pedro Sula se registran tantos homicidios durante los fines de semana que en ocasiones la oficina forense se queda sin espacio. (elheraldo.hn)
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Víctor Hugo Michel/Milenio
SAN PEDRO SULA, Honduras.- El rebaño del obispo auxiliar de San Pedro Sula, Rómulo Emiliani, se ha hecho chico y sigue en proceso de encogerse. Producto de la violencia descarnada, miles de feligreses han huido de esta ciudad, la más peligrosa del planeta.

Las propias autoridades reconocen que hay tantos muertos los fines de semana que a veces no hay espacio para acomodar los cuerpos en la oficina del forense.

“El hambre y la desesperación son malas consejeras”, dice Emiliani en entrevista con MILENIO. 

“Parece que estamos en guerra. Este éxodo de niños y de desplazados se da solo en las guerras. El hambre mata. El desempleo aniquila la esperanza y provoca también delincuencia. Es un marco existencial realmente diabólico”.

Al desempleo y la violencia de las maras se suma ahora el oportunismo del narcotráfico. Un triple coctel tóxico que en Honduras ya hizo ebullición, expulsando a miles de niños hacia el norte. Pero no todo tuvo que ser así: hace un año este país tuvo al alcance de la mano que las pandillas depusieran las armas y se sometieran a la ley.

“Era histórico”, dice Emiliani, 13 meses después de que los líderes de la Mara Salvatrucha 13 y la Mara 18 pidieran perdón a la sociedad y dijeran estar dispuestos al diálogo con el gobierno. El obispo fue el intermediario, el hombre detrás de las negociaciones que pudieron terminar con la guerra urbana.

Pero el diálogo jamás fructificó y la paz se colapsó. La matazón que ha bañado en sangre a ciudades como San Pedro Sula no se ha detenido.

"Esto se convirtió en un triste monólogo. El gobierno nunca respondió, nunca se sentó a dialogar. Y ahora menos: parece que la política es de mano dura sin programa de rehabilitación, sin programa de recuperación humana y esto será un fracaso porque la política de mano dura trae más resentimiento", añade el obispo.

¿Por qué están saliendo los niños y la gente en general de Honduras?

La desesperación provocada por esta pobreza extrema lleva a la gente a creer en ese espejismo que es Estados Unidos. Un espejismo presentado por coyotes, bandas, grupos y mafias que ilusionan a la gente; en el caso de los niños migrantes, les hacen creer a los familiares que llegando a México encontrarán comida, educación y salud. También la violencia influye.

Las condiciones que hicieron a miles irse, como la violencia y la pobreza, no han cambiado. ¿Qué evitará que se vuelvan a ir?

El presidente (Juan Orlando Hernández) está preocupado y angustiado. Ha prometido condiciones positivas y buenas para los deportados, pero son miles y miles;  no sé cómo le va a hacer. Mientras las condiciones económicas y sociales sigan como están, la gente seguirá yendo a Estados Unidos.

Mucho se habla de la mano dura ante el crimen. ¿No corren el riesgo de caer en una situación como la de México, con una reacción en extremo violenta del otro lado?

Pasa en el mundo animal: si usted golpea a un perro y lo vuelve a golpear, saldrá huyendo si es que puede, pero si no, si el perro está desesperado, lo morderá, lo atacará. Aquí no hay programas de rehabilitación. (Los pandilleros) entran al presidio y están ahí amontonados, la gente se amontona como ganado en una cerca. Eso no soluciona el problema.

¿Está Honduras en el inicio de su guerra contra la delincuencia?

El gobierno está enfrentando el crimen como lo hizo México: de frente. Es una forma de combatir que no ha tenido resultados positivos y es difícil. Es David contra Goliat. Admiro al presidente por su valentía, pero debe haber una política de inclusión, hay mucha gente pobre y desesperada. Si no se da esa política esta gente, con el tiempo, terminará como delincuente.

Y a este coctel tóxico se añaden los cárteles mexicanos de la droga.

Son fuertes aquí en Honduras porque somos un lugar de paso obligado hacia los Estados Unidos. La droga pasa por aquí mucho. Hay muchas pistas de aterrizaje clandestinas, llega el Ejército y bombardea una, a los tres días hacen otra cerquita. Hay varios cárteles de la droga, de México, Colombia, también han llegado los Zetas. Es un momento trágico para el país.

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