Xi Jinping busca evitar más asesinatos masivos en China
Solo en noviembre se registraron tres incidentes significativos, siendo el más mortífero un atropello en Zhuhai.
El presidente chino, Xi Jinping, manifestó su firme deseo de evitar que la reciente ola de asesinatos masivos que ha impactado a su país se repita.
En respuesta a estos trágicos eventos, instruyó a los gobiernos locales a tomar medidas preventivas para evitar futuros ‘casos extremos’.
Si bien los ataques en los que conductores atropellan a peatones o agresores armados con cuchillos apuñalan a múltiples víctimas no son nuevos en el país, el reciente aumento en su frecuencia ha captado la atención nacional.
China’s Xi orders a stop to a spree of mass killings known as ‘revenge on society crimes’ https://t.co/tP9XMlYmJR pic.twitter.com/cqOVOoNv4o
— New York Post (@nypost) December 27, 2024
Las autoridades locales prometieron investigar a fondo todo tipo de disputas personales que podrían llevar a actos de violencia, abarcando desde problemas matrimoniales hasta desacuerdos sobre herencias.
Sin embargo, esta creciente intromisión en la vida privada de los ciudadanos ha suscitado preocupaciones, especialmente en un contexto donde el gobierno chino ha reforzado su control sobre diversos aspectos de la vida social y política.
Estos ataques, catalogados por muchos en China como ‘crímenes de venganza contra la sociedad’, han dejado huellas profundas.
Tragedias en China durante noviembre
Solo en noviembre se registraron tres incidentes significativos: un hombre atacó a personas en una escuela primaria en la provincia de Hunan, hiriendo a 30, tras experimentar pérdidas financieras; un estudiante que no aprobó su examen apuñaló y mató a ocho personas en una escuela vocacional en Yixing; y en el ataque más mortífero, un hombre atropelló a 35 personas en Zhuhai, aparentemente molesto por su divorcio.
Identificar los motivos detrás de estos ataques puede resultar complejo, pero expertos como Wu Qiang, exprofesor de ciencias políticas, destacan un sentimiento generalizado de presión y frustración en la sociedad china.
Wu afirma que, aunque a primera vista los ataques parecen ser impulsados por factores individuales, existe un vínculo común: una profunda sensación de injusticia en la sociedad.
Desde 2015, el gobierno chino ha intensificado su represión contra abogados de derechos humanos y organizaciones de defensa, encarcelando a muchos y manteniendo vigilancia sobre otros, lo que ha debilitado la sociedad civil activa en el país.
Wu ha sido objeto de represalias, siendo despedido de la Universidad de Tsinghua y enfrentando una vigilancia constante por parte de la policía.
La forma en que se informa sobre los crímenes también ha cambiado drásticamente. Hace una década, los medios podían cubrir incidentes en tiempo real y compartir información sobre sospechosos.
El efecto de la censura
En contraste, hoy en día, la censura estatal se apresura a eliminar cualquier contenido relacionado con tales incidentes. En el caso del ataque en Zhuhai, los censores borraron rápidamente videos y relatos de testigos antes de que se publicara el número de víctimas.
Mientras que en países como Estados Unidos se pueden rastrear estadísticas de ataques violentos, la falta de datos públicos en China complica la identificación de tendencias en asesinatos masivos.
Rose Luqiu, ex periodista y profesora asociada, señala que durante la década de 2000 hubo discusiones sobre cambios estructurales para abordar estos problemas, pero actualmente la situación es diferente.
Luqiu sugiere que el gobierno podría estar aplicando censura con la esperanza de que esto disuada a otros de imitar tales actos de violencia.
Tras el ataque en Zhuhai, Xi Jinping instó a los gobiernos locales a ‘fortalecer la prevención y el control de riesgos en la raíz’ y a resolver conflictos de manera oportuna.
Desde entonces, se han emitido numerosos avisos de acciones por parte de gobiernos locales, que van desde inspecciones en escuelas hasta investigaciones de disputas familiares.
Sin embargo, la implementación de estas medidas ha generado inquietudes sobre su efectividad.
Lynette Ong, profesora de la Universidad de Toronto, advierte que intentar eliminar el conflicto desde la raíz podría generar presiones adicionales en escuelas, empresas y fábricas. Ella recuerda las estrictas políticas impuestas durante la pandemia de COVID-19, que finalmente llevaron a protestas masivas.
Ong concluye que, si se introducen medidas que resulten insensatas o excesivas, es probable que se genere descontento entre la población, alimentando así un ciclo vicioso que podría resultar en la implementación de medidas aún más extremas.
Con información de New York Post