Sevicia contra Marcelo Ebrard
Los inquisidores debieron honrar la leche con que fueron criados y, así fuera por hipócrita cortesía, dejar que Ebrard hiciera su alegato.
Despreciable servicio de lacayos hacen a su PRI y a su más prominente militante, Enrique Peña Nieto, los diputados federales que impidieron ayer al ex jefe de Gobierno del DF Marcelo Ebrard exponer lo que quisiera sobre la malograda Línea 12 del Metro.
A estas alturas de la historia universal, recordar el derecho de un acusado a su defensa es tan absurdo como necesario argumentar en favor de la libre respiración o de saciar la sed.
Con autoritarismo cobarde, los torquemaditos dispararon contra sí mismos y sus titiriteros porque hicieron fácil a Marcelo explicar el origen de que se le prohibiera dar su versión sobre la herrumbrosa línea dorada: todo, dijo, vino “de Los Pinos y el PRI…”.
Por “semestral” o “preliminar” (como alegan sus linchadores) que fuera la sesión legislativa, a la que “sin invitación” se presentó uno de los más innovadores gobernantes que ha tenido la capital del país (el mejor presidenciable de la izquierda en 2012), los inquisidores debieron honrar la leche con que fueron criados y, así fuera por hipócrita cortesía, dejar que Ebrard hiciera su alegato.