De crematorios, información y las teorías de la conspiración

Un científico de la UNAM y un general retirado que no han pisado Iguala en los últimos años tienen a muchos convencidos de que el Ejército secuestró y quemó a los 43 normalistas.

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En 2008, Cass R. Sunstein y Adrian Vermeule, entonces en las Universidades de Chicago y Harvard respectivamente, publicaron un estudio clásico —que después se convertiría en un libro— sobre las teorías de la conspiración surgidas de eventos catastróficos.

Un científico de la UNAM y un general retirado que no han pisado Iguala en los últimos años tienen a muchos convencidos de que el Ejército secuestró y quemó a los 43 normalistas.

Los enfrentamientos de antier no son ajenos a esa narrativa.

De Sunstein y Vermeule va una probadita:

“Las teorías de la conspiración generalmente atribuyen poderes extraordinarios a ciertos agentes: planeación precisa, control de los demás, mantenimiento de secretos, entre otras. Es poco probable que aquellos que creen que esos agentes tienen tales poderes presten atención respetuosa a los detractores de la teoría, que pueden, después de todo, ser agentes encubiertos o engañados por aquellos que son responsables de la conspiración. La técnica gubernamental más simple para disipar falsas (y también perjudiciales) creencias: proporcionar la información pública creíble; no funciona para las teorías de la conspiración.

“Karl Popper argumentó que las teorías de la conspiración no pueden contemplar las omnipresentes consecuencias no intencionales de la acción política y social; asumen que todas las consecuencias deben de haber sido la intención de alguien. La idea básica es que muchos de los efectos sociales se producen como consecuencia de los actos y omisiones de muchas personas, ninguno destinado a causar esos efectos. La Gran Depresión de la 1930 no fue conscientemente diseñada por alguna persona; los aumentos en el desempleo o la tasa de inflación, pueden reflejar las presiones del mercado en lugar de acción intencional. Sin embargo, hay una tendencia humana generalizada a pensar que los efectos son causados por la acción intencional, especialmente por aquellos que se benefician, y por esta razón las teorías de conspiración tienen considerable popularidad”.

Yo creo que respecto a Iguala, hasta hoy nada supera el muy buen reportaje, lleno de datos, de documentos, de periodismo, escrito por Esteban Illades que se puede leer aquí. (http://www.nexos.com.mx/?p=23809 ), en el que se revelan complicidades, omisiones y crímenes aberrantes, eso sí: sin superpoderosas fuerzas oscuras capaces de planearlo y ocultarlo todo.

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