Libertad para sabotear
Manifestantes de la sección 22 del magisterio oaxaqueño fueron echados de Reforma por policías federales y capitalinos.
“¡Solución/ solución/ no queremos represión…!”, coreaban ayer manifestantes de la sección 22 del magisterio oaxaqueño mientras eran echados de Reforma por policías federales y capitalinos.
La noche anterior habían sido ya resueltas sus exigencias en la Secretaría de Gobernación y durante el desalojo nadie fue “reprimido”, pero su principal y más redituable consigna es victimizarse para conseguir privilegios que son impensables para la mayoría del profesorado nacional.
Por ejemplo, cobrar por no trabajar los tres días en que más de un millón 300 mil niños de enseñanza básica fueron cachetonamente abandonados por esos “servidores públicos” que las autoridades de todos los niveles no cesan de alcahuetear y de quienes las instituciones oficiales y civiles de derechos humanos se hacen compinches.
De “gallo gallina” o de “paso lento” fueron las caminatas con que desquiciaron la más emblemática avenida de la capital y sus inmediaciones.
¿Y el derecho a manifestarse? Esa es su falsa coartada: se propusieron, y lo consiguieron tres días, sabotear la Ciudad de México.