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Dicen que la gente no cambia, que finge pero no lo logra, yo pienso que es diferente, así como podemos hacer que las cosas, sucesos, grupos, etc. se modifiquen. A quienes piensen que es imposible, les puedo asegurar que, si miran en retrospectiva, notarán que no son la misma persona que antes, sus gustos han variado, su apariencia física también, incluso algunas habilidades las han mejorado.

Entonces aquí es donde algunos de ustedes se preguntarán: ¿Por qué si deseo cambiar no lo he logrado? O por otra parte podrán pensar: ¿Por qué hay gente que no acepta un cambio? Tratemos juntos de meditarlo en el mágico show de este domingo:

Hay quienes dicen que desean cambiar pero realmente no están decididos, sienten que algo no está bien en su vida, piensan que su actitud los afecta y afecta a otros, pero luchan por ser diferentes y fracasan, quizá por no querer perder algo que los mantiene cómodos, a veces falta de humildad y en otras ocasiones puede ser simplemente miedo.

La manera de saber que no estás convencido de un cambio es simple: dudas de esa transición o tratas de buscar razones para no hacerlo; dos ejemplos: 1) “Soy gordito, tengo que mejorar mis hábitos alimenticios, aunque… debería de aceptarme como soy”; 2) “Soy infiel, por amor debo de cambiar pero… solo lo soy cuando tomo, debe de ser culpa del alcohol”.

¡Vaya!, esos iban por buen camino, pero pusieron un pretexto, entonces cuando intenten cambiar no lo van a lograr, el cerebro es poderoso. No están completamente convencidos.

Antes de buscar un cambio tenemos que entender lo que significa la realidad: el aquí y el ahora; tratar también de conocernos y de poder comprender el entorno, nunca especular, pues el qué pasará, el creer que sabemos lo que otros piensan, el poner en la boca de otros palabras que nunca dijeron o el hecho de pensar que tenemos toda la información en nuestras manos nos llevará a un sesgo que después nos hará dudar y caer de nuevo.

Por otra parte, es necesario luchar contra las “creencias limitantes”, esas que nos entran junto con la depresión y en donde terminamos por querer aceptar nuestro mal y con ello rendirnos en la lucha por el cambio: “¡No sirvo para estudiar!”, “¡No puedo parar de comer!”, “¡Es que así soy!”.

Recuerdo alguna vez escuchar decir a un psicólogo que “las circunstancias de la vida no son las que nos forman, sino nuestras creencias acerca de lo que significan para nosotros esas circunstancias”.

Para lograr un cambio hay que tener fortaleza, detectar nuestras limitantes, ponernos en acción repetitiva, automotivarnos encontrando la actitud en nuestra meta y frecuentemente evaluarnos.

Es necesario para conseguir un cambio saber escuchar a los demás -¡somos seres sociales!-, pero en especial saber escuchar a nuestro cerebro, alejarnos de todo aquello que pueda frenar nuestro cambio, tener templanza, ir lento y no rendirse si se fracasa en primera instancia, ser leales a nuestros principios, pero en especial, hay que saber salir de nuestra zona de confort, vencer el miedo y enfrentarnos a lo nuevo.

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