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El tema sigue en auge y con mala fama, es una preocupación constante. ¿Quiénes somos frente al temor? ¿Cómo actuamos delante de una crisis como nunca habíamos imaginado? Porque claramente el Covid-19 ha superado en perspectiva a la pandemia de AH1N1; seguimos sin una verdadera cura, los enfermos son cada vez más, vemos gobiernos realmente preocupados y otros absurdamente negligentes; el miedo se extendió más gracias a las redes sociales y a personas que carecen de corazón y generan información modificada e incluso falsa.

Llega un virus en plena crisis de valores y mientras unos caen en su deseo inconsciente de generar pánico, otros luchan por quedarse en casa, promover información verídica y extender la mano al necesitado. Mientras unos compran a montones papel de baño otros lo comparten, mientras algunos aprovechan vender carísimos los cubrebocas, otros los regalan. Estamos conociendo a la verdadera humanidad frente al llanto del planeta Tierra tratando de regresarnos el balance perdido. La vida tiene una "cadena alimenticia": a la yerba se la come la vaca, a ella el hombre ¿Y a nosotros? ¡El virus! Nuestro depredador apareció para hacer homeostasis frente a la incontrolada destrucción que generamos y llegó con uso de la selección natural golpeando con fuerza al débil.

De pronto, descubrimos cuántos diabéticos somos por mala alimentación, cuántos obesos por no hacer ejercicio, cuánto odio, cuánta contaminación. Los más fuertes sobrevivirán pero es importante saber que la fuerza no está solamente en la salud, sino en la mente y las acciones, porque el planeta sabe que la mente poderosa puede con todo.

El inteligente prevalecerá con autocuidado y generosidad, se protegerá, evitará el estrés por pánico, hará "magia". El virus trae muerte pero también nos permite de nuevo mirar a los ojos de nuestras madres, las sonrisas de nuestros padres e incluso percatarnos de la edad de nuestros hijos. La contingencia nos lleva a casa para unir de nuevo familias, para obligarnos a hablar, para forzarnos a leer. El mundo será diferente a partir de ahora, a la medicina se le conocerá con el antes y después del coronavirus; no estábamos preparados para lo que venía y menos para lo que vendrá, pero ahora lo sabemos.

Es válido tener miedo pero es mejor vencerlo. Yo, como médico, lo tengo, pero para esto nací, para, junto con mis compañeros y amigos, atravesar el tsunami que se aproxima. Pronto entraremos en una nueva fase de contingencia, vale la pena estar precavidos, reforzar la protección desde casa, evitar salir si no es necesario, si padeces alguna condición de riesgo resguárdate. Hagamos un buen lavado de manos. ¡Para vencer este virus es mejor el jabón que el alcohol! Usemos cubrebocas, no necesariamente el n95 y, si no tienes, puedes crearte uno o usar un paliacate, no es lo ideal pero "peor es nada". Entiendo que muchos sentirán ganas de salir, pero ya los bares y cines están cerrando; mejor hagamos algo creativo en casa, películas en el patio del hogar, cine dentro, cocinar algo que nunca habíamos cocinado, vale la pena ser creativos. La playa tendrá que esperar, aunque los que tengan casa propia podrían acudir a pasar ahí la contingencia, lejos de la gente, con los mismos cuidados que en la ciudad pero con la brisa del mar. Pongámonos vivos, que esto apenas está por comenzar si es que no lo logramos frenar.

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