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Ya son más de siete meses los que hemos vivido enun estado de tensión muy delicado; todos sin excepción nos hemos hallado, en mayor o menor medida, bajo ciertas presiones y no es para menos; la pandemia ha sido y será un referente para muchas cosas, para establecer periodos y separar una etapa de otra, para marcar un antes y un después y también para guardarlo en la memoria por alguna pérdida de alguien cercano.

La pandemia mundial, la cuarentena y los problemas cotidianos en conjunto pueden generar un alto nivel de tensión que el organismo percibirá como una agresión, utilizando el estrés como mecanismo de defensa. A lo largo de estos días, todos en algún momento manifestamos trastornos en el sueño -desregulación en su ciclo, dificultad de conciliarlo, irregularidad-, sentimientos de ansiedad, incertidumbre y hasta desesperanza. No debemos olvidar que las emociones son desequilibrios del ánimo que -cuando son extremos- generan cambios a nivel orgánico e inmune, alterando por completo nuestra salud. 

Hay quienes piensan que estos cambios sólo repercuten en el estado de ánimo o en el sueño, pero cuando una persona vive al límite en sus exigencias mentales, no descansa y se siente bajo presión, fuerza a su organismo a producir la hormona del estrés: el cortisol. A mayor tiempo estresados, más cortisol se producirá y mayor facilidad tendrá nuestro cuerpo para desarrollar ciertas dolencias psicosomáticas, como por ejemplo úlceras, diarreas, hipertensión, vómitos, palpitaciones o parálisis musculares. Esto se debe a que en escenarios normales el organismo emplea casi toda su energía en actividades destinadas a la modificación, reparación y creación de nuevos tejidos,pero en momentos de estrés todo cambia, ya que debe dirigir su energía a otros procesos, deteniendo las actividades de renovación del cuerpo.

Nuestros cuatro sistemas: la psiquis, el sistema endocrino, el nervioso y el inmunológico, están tan interrelacionados que se establecen verdaderas “conversaciones” entre ellos a través de conexiones por las cuales se intercambian información mediante señales bioquímicas. La serotonina es un neurotransmisor implicado fuertemente en la regulación del ciclo del sueño, el estado del ánimo y el apetito, entre otras funciones. 

La población a nivel mundial todavía no se adapta a esta nueva forma de vivir y a los cambios abismales que ha generado el Covid-19. Una pandemia que ha cambiado nuestro ritmo de vida y está mermando nuestra salud mental al ser tan impredecible, ya que hasta el momento no existe una vacuna o un tratamiento establecido para este virus, lo cual ha hecho vulnerables a todos los seres humanos a nivel global, debido a que son pocos los países en los que no ha incursionado. Esta situación hace que no se tenga la certeza de que esto pasará, lo que ha generado una afectación en la salud mental de la población y en sus estados de ánimo, como son la depresión y la ansiedad, problemas con los debemos aprender a vivir de aquí en adelante. 

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